La mujer más retratada de Roma

El trabajo de un arqueólogo de la US y una investigadora del IAPH permite ensamblar un retrato de Livia Drusila hallado hace 57 años en el yacimiento de Asido (Medina Sidonia)

12 may 2017 / 10:45 h - Actualizado: 12 may 2017 / 10:45 h.
"Arqueología"
  • Estatua de Livia Drusila, junto a los bustos de sus nietos Germánico y Druso el menor. / Román Ríos (Efe)
    Estatua de Livia Drusila, junto a los bustos de sus nietos Germánico y Druso el menor. / Román Ríos (Efe)
  • Estatua de Livia Drusila en el Museo Arqueológico Nacional. / El Correo
    Estatua de Livia Drusila en el Museo Arqueológico Nacional. / El Correo

No hay mujer romana de la que se hicieran más retratos. Fue atractiva. Algunos autores apuntan que maquiavélica, 1.500 años antes de que el pensador florentino repensara sobre el fin y los medios, y contrapunto femenino de la época a los excesos egipcios que el idilio entre Marco Antonio y Cleopatra instauró en la ciudad de la siete colinas. Livia Drusila (58 a.c.-29 d.c.) fue esposa (Augusto), madre (Tiberio), abuela (Claudio) y tatarabuela (Nerón) de emperadores de Roma. Representaciones suyas se han encontrado a lo largo del extenso Imperio Romano (Italia, Grecia, la Galia, Dalmacia...). También en Hispania, donde al menos hay documentadas figuras en Ampurias, Corduba, Iponuba (cerca de Baena), Tarraco, Segobriga (Saelices, Cuenca), Anticaria (Antequera) y Asido (Medina Sidonia).

Los trabajos arqueológicos que se ejecutaron en el yacimiento gaditano en 1960 permitieron sacar a la luz los retratos de Livia y sus nietos Germánico y Druso el menor. También apareció un cuerpo femenino que fue almacenado en los fondos del Museo de Cádiz, mientras que los bustos de la abuela y sus nietos fueron expuestos en una de las salas. Casi seis décadas después, el trabajo del catedrático de la Universidad de Sevilla, José Beltrán, y de la investigadora del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), María Luisa Beltrán, han permitido ensamblar cabeza y tronco para que la esposa de Augusto vuelva a presumir de cuerpo en la sala en la que ya posa desde la cabeza hasta las rodillas.

«Cuando empezamos a investigar todo el material que se extrajo en la campaña de 1960 en Asido, creímos que la hipótesis más normal era que el cuerpo perteneciera al cuerpo de la Livia. Fue complejo sacarla y tuvimos que corroborarla con el encaje de las piezas que hizo el restaurador del Museo», explica Beltrán. Los trabajos no han concluido con el ensamblaje, ahora el IAPH estudia y analiza la pieza ya completa para conseguir una representación en tres dimensiones, que permita recrear con exactitud la figura, una medida de precaución en caso de que se produzca alguna rotura.

Los dos expertos supieron en 2015 de la aparición de un cuerpo de estatua femenina sin cabeza en las excavaciones de 1960 y solicitaron poder revisar esa pieza por si podía coincidir con la cabeza expuesta. El Museo de Cádiz accedió a esta petición y la pieza fue sacada del almacén.

El cuerpo de la madre de Tiberio estuvo catalogado durante 57 años en el Museo de Cádiz con el número 7.028. Mide 165 centímetros de altura, 64 centímetros de ancho y 41 centímetros de grosor. Está fragmentado a la altura de las rodillas y está cubierto por una toga y un manto. Llamativo resulta que aún conserve parte de la policromía en azul y dorado de su vestimenta. El tiempo que se ha llevado en la oscuridad ha permitido esta conservación tan inusual en esculturas de mármol de la época. «El ensamblaje resultó muy emocionante. Además, no fue nada fácil porque estaba tumbado y hubo que calzarlo. Fue algo muy impactante», apunta uno de los restauradores del museo gaditano Luis Carlos Zambrano.

Los retratos honoríficos se encontraban entre los más prestigiosos a la hora de ensalzar los honores públicos de un hombre o una mujer romano. Se erigían en agradecimiento por las generosidades del pasado o para fomentar futuras obras de caridad y se convirtieron en recordatorios públicos de promesas hechas o cumplidas. La trascendencia que llegó a tener Livia Drusila y la importancia de la colonia de Asido quedaron demostradas con el hallazgo de esta estatua en el yacimiento de la localidad gaditana.

Relacionada con la práctica helenística de elaborar estatuas de benefactores y miembros de la familia real, la tradición de estatuas honoríficas comenzó en el período republicano en Roma y continuó siendo una práctica activa durante el período imperial y la antigüedad tardía.

Livia fue considerada como modelo de madre y ejemplo del papel que la mujer debía de ostentar en la familia Se convirtió en la matrona romana. Fue considerada como ejemplo de seriedad, moderación (su vestimenta nunca fue ostentosa y renunció a llevar joyas). Encarnó los valores de moral y dignitas romana, que el emperador Augusto promulgaba como pilares de su política. «Con su virtud la mujer de César Augusto consigue que los tiempos antiguos no superen a nuestro siglo en alabanza de la castidad. Ella, poseyendo la belleza de Venus y el temple de Juno, es la única mujer digna de compartir lecho con un dios», escribió de ella Ovidio.

Esta es la versión más amable de la biografía de Livia Drusila, aunque la imagen más avinagrada la expuso Robert Graves en su obra, Yo Claudio. En ella expone a una mujer que no escatima en maniobras y envenenamientos para lograr que sus intereses se impusieran. Conspiró para que Tiberio, el hijo de su primer matrimonio, fuera el heredero de Augusto.