La primera novela negra de colores

Astiberri lanza en España ‘Ether’, las andanzas de un investigador entre dos mundos dibujadas por David Rubín

04 abr 2017 / 10:35 h - Actualizado: 04 abr 2017 / 10:38 h.
"Cómic"
  • Una de las páginas del primer capítulo de ‘Ether’, de Matt Kindt y David Rubín.
    Una de las páginas del primer capítulo de ‘Ether’, de Matt Kindt y David Rubín.

Matt Kindt, el guionista de Ether además de autor y dibujante en otras muchas ocasiones, aborrecía la idea de colaborar. Él mismo lo reconoce antes de empezar el libro: «No me gustaba tratar con la gente y no me gusta llegar a compromisos con una idea», compromisos que a veces no tienen por qué responder a criterios de calidad, razón por la que aparcó su idea de juventud de dedicarse al cine. Hasta que dio con el gallego David Rubín, uno de los nombres estelares del cómic. Porque el truco de colaborar está en «encontrar a alguien que sea mejor que tú. Alguien que sepa narrar, dibujar, colorear y diseñar mejor que tú. David me barre en todos los aspectos».

Al leer el cómic que Astiberri acaba de lanzar en España, se percibe que el afecto es mutuo: escritor y dibujante entran en comunión y producen lo que a primera vista parece una novela negra en colores fantásticos, valga la paradoja, y luego se confirma como un extraordinario ejercicio de simbiosis creativa.

Tras repasar toda la inmensa gama de personajes y criaturas que componen Ether y cómo fue creándolas, Rubín precisa que «la mayoría de estos conceptos surgieron en la fase de braimstorming» o tormenta de ideas que mantuvieron los dos antes de que Kindt comenzara a desarrollar los guiones y que dio lugar a la magia necesaria: «Que yo me inspirara en sus conceptos para dar forma a estas ideas, aportando también las mías, y que luego Matt se inspirase en estos conceptos nuevos resultantes para incluirlos en los guiones de los números y hacer así crecer la historia aún más de lo que él o yo habríamos a priori imaginado».

Ether ofrece una historia fantástica absolutamente fiel al espíritu del cómic tradicional del quiosco americano, que exige dinamismo, caracteres bien definidos, humor, enfrentamiento del bien contra el mal, cierto toque canallesco, imaginación a cascoporro y actitudes heroicas, entre otros ingredientes. El protagonista es Boone Dias, un investigador interdimensional especializado en resolver con la aplicación estricta de criterios científicos los casos más disparatados de ese mundo paralelo que da nombre al libro y que tiene su capital en la colorida, populosa y exótica ciudad de Agharta. Boone presenta notas de Indiana Jones con ramalazos del Ichabod Crane descrito por Tim Burton en Sleepy Hollow. La magia, en su opinión, está de más como explicación de los fenómenos circundantes: «Sencillamente hay hechos que existen... o decidimos aceptarlos o decidimos ignorarlos», sermonea en un momento del libro. Ahora se enfrenta a un misterio asombroso: el asesinato de la protectora del reino, una mujer llamada la Llama Dorada, lo cual lo situará frente a una especie de archienemigo tipo Moriarty, porque todas las historias de crímenes pagan tributo a Sherlock Holmes por muy alejadas que estén geográfica y conceptualmente del 221B de Baker Street.

Ether surgió «de mi relación amor-odio con lo sobrenatural», confiesa Matt Kindt, poniéndose un poco en el pellejo de su criatura. «No es un género que me atraiga especialmente como creador, y quería de veras saber por qué. Así que, en cierta manera, el personaje principal de Ether es un sustituto de esa parte de mí que quiere explorar lo sobrenatural, pero también quiere que todo tenga una explicación, lo cual puede literalmente arruinar la magia de una historia sobrenatural».

Este cómic encuadernado en un primer tomo (de los dos que componen la serie) ha encontrado su nicho ecológico perfecto en la editorial vasca: Astiberri es sin duda uno de los nombres más importantes del resurgimiento y el sostenimiento del género en España, tanto en la modalidad de cómic de toda la vida presentada en forma de libro como en su derivada, la novela gráfica, y siempre sin remilgos ni complejos. Solo en los últimos años ha lanzado joyas tan espeluznantes como la reciente reedición de Siete vidas (Josep María Beà); los ¡García! (Luis Bustos y Santiago García); La balada del norte (Alfonso Zapico); La casa (Paco Roca); Historias del barrio (Bartolomé Seguí), Stuck Rubber Baby (Howard Cruse); Las aventuras de Luther Arkwright (Bryan Talbot); y La araña del olvido (Enrique Bonet), entre otras que también han pasado por estas páginas.

Habrá quien encuentre simbólico el detalle de que Boone pase de un mundo a otro de una patada en el culo. No hay duda de que la pareja de autores se lo ha pasado bien componiendo este nuevo mundo. Largamente premiado desde su primera obra larga, El circo del desaliento (2005, también con Astiberri), el orensano David Rubín (1977) ha dibujado historias inolvidables: Cuaderno de tormentas, La tetería del oso malayo, Solomon Kane, Beowulf, El retablo de las maravillas y otros títulos. Por su parte, Matt Kindt (1973), colaborador de DC y Marvel, tiene como mayor éxito de crítica y público su creación propia Mind MGMT, de la que Ridley Scott ha adquirido la opción para el cine.

Una de las cosas buenas de Ether es que no es un cómic de superhéroes. Lo más parecido que tienen a eso en el mundo mágico es la Llama Dorada, que para colmo tampoco goza de las medidas perfectas que se estilan en el caso de las heroínas de molde. Hay muchas criaturas extrañas, eso sí, entre los habitantes de Agharta, los cachivaches que la adornan y la ambientan, los vehículos de diseño insectoide y artilugios diversos y la fauna no siempre amable. Todas ellas comparten esa doble paternidad. «Colaborar es lo mejor», dice a la postre Kindt. Todo indica que vendrán nuevas ocasiones.

Matt Kindt, el guionista de Ether además de autor y dibujante en otras muchas ocasiones, aborrecía la idea de colaborar. Él mismo lo reconoce antes de empezar el libro: «No me gustaba tratar con la gente y no me gusta llegar a compromisos con una idea», compromisos que a veces no tienen por qué responder a criterios de calidad, razón por la que aparcó su idea de juventud de dedicarse al cine. Hasta que dio con el gallego David Rubín, uno de los nombres estelares del cómic. Porque el truco de colaborar está en «encontrar a alguien que sea mejor que tú. Alguien que sepa narrar, dibujar, colorear y diseñar mejor que tú. David me barre en todos los aspectos».

Al leer el cómic que Astiberri acaba de lanzar en España, se percibe que el afecto es mutuo: escritor y dibujante entran en comunión y producen lo que a primera vista parece una novela negra en colores fantásticos, valga la paradoja, y luego se confirma como un extraordinario ejercicio de simbiosis creativa.

Tras repasar toda la inmensa gama de personajes y criaturas que componen Ether y cómo fue creándolas, Rubín precisa que «la mayoría de estos conceptos surgieron en la fase de braimstorming» o tormenta de ideas que mantuvieron los dos antes de que Kindt comenzara a desarrollar los guiones y que dio lugar a la magia necesaria: «Que yo me inspirara en sus conceptos para dar forma a estas ideas, aportando también las mías, y que luego Matt se inspirase en estos conceptos nuevos resultantes para incluirlos en los guiones de los números y hacer así crecer la historia aún más de lo que él o yo habríamos a priori imaginado».

Ether ofrece una historia fantástica absolutamente fiel al espíritu del cómic tradicional del quiosco americano, que exige dinamismo, caracteres bien definidos, humor, enfrentamiento del bien contra el mal, cierto toque canallesco, imaginación a cascoporro y actitudes heroicas, entre otros ingredientes. El protagonista es Boone Dias, un investigador interdimensional especializado en resolver con la aplicación estricta de criterios científicos los casos más disparatados de ese mundo paralelo que da nombre al libro y que tiene su capital en la colorida, populosa y exótica ciudad de Agharta. Boone presenta notas de Indiana Jones con ramalazos del Ichabod Crane descrito por Tim Burton en Sleepy Hollow. La magia, en su opinión, está de más como explicación de los fenómenos circundantes: «Sencillamente hay hechos que existen... o decidimos aceptarlos o decidimos ignorarlos», sermonea en un momento del libro. Ahora se enfrenta a un misterio asombroso: el asesinato de la protectora del reino, una mujer llamada la Llama Dorada, lo cual lo situará frente a una especie de archienemigo tipo Moriarty, porque todas las historias de crímenes pagan tributo a Sherlock Holmes por muy alejadas que estén geográfica y conceptualmente del 221B de Baker Street.

Ether surgió «de mi relación amor-odio con lo sobrenatural», confiesa Matt Kindt, poniéndose un poco en el pellejo de su criatura. «No es un género que me atraiga especialmente como creador, y quería de veras saber por qué. Así que, en cierta manera, el personaje principal de Ether es un sustituto de esa parte de mí que quiere explorar lo sobrenatural, pero también quiere que todo tenga una explicación, lo cual puede literalmente arruinar la magia de una historia sobrenatural».

Este cómic encuadernado en un primer tomo (de los dos que componen la serie) ha encontrado su nicho ecológico perfecto en la editorial vasca: Astiberri es sin duda uno de los nombres más importantes del resurgimiento y el sostenimiento del género en España, tanto en la modalidad de cómic de toda la vida presentada en forma de libro como en su derivada, la novela gráfica, y siempre sin remilgos ni complejos. Solo en los últimos años ha lanzado joyas tan espeluznantes como la reciente reedición de Siete vidas (Josep María Beà); los ¡García! (Luis Bustos y Santiago García); La balada del norte (Alfonso Zapico); La casa (Paco Roca); Historias del barrio (Bartolomé Seguí), Stuck Rubber Baby (Howard Cruse); Las aventuras de Luther Arkwright (Bryan Talbot); y La araña del olvido (Enrique Bonet), entre otras que también han pasado por estas páginas.

Habrá quien encuentre simbólico el detalle de que Boone pase de un mundo a otro de una patada en el culo. No hay duda de que la pareja de autores se lo ha pasado bien componiendo este nuevo mundo. Largamente premiado desde su primera obra larga, El circo del desaliento (2005, también con Astiberri), el orensano David Rubín (1977) ha dibujado historias inolvidables: Cuaderno de tormentas, La tetería del oso malayo, Solomon Kane, Beowulf, El retablo de las maravillas y otros títulos. Por su parte, Matt Kindt (1973), colaborador de DC y Marvel, tiene como mayor éxito de crítica y público su creación propia Mind MGMT, de la que Ridley Scott ha adquirido la opción para el cine.

Una de las cosas buenas de Ether es que no es un cómic de superhéroes. Lo más parecido que tienen a eso en el mundo mágico es la Llama Dorada, que para colmo tampoco goza de las medidas perfectas que se estilan en el caso de las heroínas de molde. Hay muchas criaturas extrañas, eso sí, entre los habitantes de Agharta, los cachivaches que la adornan y la ambientan, los vehículos de diseño insectoide y artilugios diversos y la fauna no siempre amable. Todas ellas comparten esa doble paternidad. «Colaborar es lo mejor», dice a la postre Kindt. Todo indica que vendrán nuevas ocasiones.