«La realidad puede tener un lado aterrador»

Benjamin Lacombe repasa los primeros quince años de carrera artística con ‘Curiosidades’, un paseo por los itinerarios que han llevado al ilustrador parisino hasta su lugar en el podio: la infancia, la naturaleza, la historia, los cuentos, los recuerdos, las sombras, las rarezas...

26 may 2018 / 14:14 h - Actualizado: 26 may 2018 / 14:24 h.
"Libros"
  • ‘Madama Butterfly’, uno de los grandes títulos ilustrados del artista francés Benjamin Lacombe que ahora se evocan en este repaso a sus primeros quince años de carrera.
    ‘Madama Butterfly’, uno de los grandes títulos ilustrados del artista francés Benjamin Lacombe que ahora se evocan en este repaso a sus primeros quince años de carrera.
  • El ilustrador francés Benjamin Lacombe.
    El ilustrador francés Benjamin Lacombe.
  • Cubierta de ‘Curiosidades’, primera antología de Benjamin Lacombe.
    Cubierta de ‘Curiosidades’, primera antología de Benjamin Lacombe.

Hay una pregunta que Benjamin Lacombe hace a su directora editorial, Françoise Mateu, cada vez que publican juntos un libro nuevo: «Es el más bonito que he hecho hasta ahora, ¿verdad?». No lo hace por soberbia, aunque así dicho, por escrito y sin la debida entonación, pudiera parecer que este grande entre los grandes de la ilustración se lo tiene creído. Al contrario, es, como se encargará ella de explicar en su intento por desentrañar las claves del autor parisino, esa apariencia de inseguridad resultante de mezclar la intuición, el entusiasmo y la genialidad. Mateu lo cuenta con sus palabras en el prefacio de Curiosidades, el volumen que ahora ve la luz en España con la editorial Edelvives y donde Lacombe repasa, con un aluvión de arte rayano en el abuso, sus quince años de trayectoria profesional. Carmen, Madama Butterfly, María Antonieta, Frida, Cuentos macabros, Nuestra Señora de París, La sombra del gólem, El herbario de las hadas, Alicia en el País de las Maravillas, Cereza Guinda, Los superhéroes odian las alcachofas, Blancanieves, Ondina... todos estos títulos y algunos otros, palabras mágicas para los oídos de la larga legión de seguidores del artista –que, por cierto, parecen ser más todavía en España que en Francia– aparecen profusamente representados en lo que se viene llamando un artbook que mira también hacia los cuadros, los objetos, la cartelería, las exposiciones y otros frutos de su creatividad.

Pero para poder hacer su eterna pregunta y que la respuesta fuese afirmativa, Lacombe tenía que apostar aún más fuerte y vencer su pudor mostrándose también un poco a sí mismo. Estructurado en apartados temáticos que reflejan las inquietudes y fascinaciones elementales del ilustrador –infancia, recuerdos, cuentos, naturaleza, sombras, rarezas...–, Curiosidades es, además, una colección de apuntes sobre la personalidad, los gustos, los traumas y los pensamientos del artista hasta donde estos ayuden a interpretar correctamente su trabajo. Como cuando alude a la niñez, tema central de su obra y remanente indeleble del carácter de todo ser humano. «Muy pronto comprendí que esa infancia idealizada que se imaginaban los adultos no era la que yo quería tratar. Es más, esa no había sido mi infancia», explica. «Vuelvo a ella una y otra vez, es una tendencia involuntaria».

Se detiene asimismo Benjamin Lacombe en la segunda exposición personal que hizo en la Galería Daniel Maghen, bajo el lema Memoires. En ella había una evocación de sus recuerdos y de las imágenes que, como él mismo señala, construyeron su universo artístico. «Me di cuenta de que todo estaba relacionado con los recuerdos de mi pasado, con imágenes un poco traumáticas de mi infancia y con otras cosas que me habían contado o que yo había vivido y que, años más tarde, repercutían en mi trabajo de forma totalmente distorsionada», escribe. «Así pues, me remonté al origen de esos recuerdos y traté de dar vida a esas imágenes fundacionales».

El libro tiene mucho de homenaje a los cuentos, «una fuente infinita de inspiración» que Lacombe se ha cuidado siempre bastante de tramitar sin la menor concesión a la ñoñez o a la mojigatería. «Los cuentos que parecen tan lejanos, ubicados en épocas y países remotos, me hablan y me inspiran mucho más que los relatos contemporáneos. Siempre he pensado que un autor dice mucho más de sí mismo a través de la ficción cuando está escrita con sinceridad que a través de una autobiografía». «En mi opinión, la realidad puede tener un lado aterrador, y yo necesito huir de ella a toda costa para crear. Seguramente por eso los cuentos me dicen tantas cosas».

El primer impulso que uno tiene antes de tomar un libro de Benjamin Lacombe es el de lavarse antes las manos, como si no solo fuese una obra de arte que se pudiera ensuciar sino también algo vivo y frágil que hubiera que tratar con extremo cuidado. En el fondo, es así: bosques, paisajes, mariposas, criaturas conocidas o imaginarias... «La naturaleza y lo orgánico son la esencia de mi trabajo. Solo sé dibujar y crear en torno a este tema, mientras que lo mecánico y lo tecnológico me inspiran una indiferencia pasmosa». Un interés que solo encuentra parangón en su gusto por las rarezas. «Siempre me ha interesado más lo raro que lo normal», reconoce el ilustrador. «No hay nada más aburrido que la normalidad». Habla del impacto que tuvieron en él las películas de Tim Burton, entre otras, siempre volcadas en los freaks. «Estas obras parecían dirigirse a mí más que ninguna otra. Pienso –y lo constato– que todos nos hemos sentido, antes o después, diferentes, fuera de lugar, rechazados. Todos somos el extranjero, el diferente al otro. Nacer es ser diferente. Sin diferencia no hay armonía».

Toca ahora que Françoise Mateu responda una vez más a la pregunta de Benjamin Lacombe. «Comprendí con claridad», apunta la editora, «que ese joven, al que hasta entonces había considerado un superdotado capaz de innovar constantemente en cada libro, era mucho más que eso. Es un pequeño genio tanto en su arte como en su vida». Tendrá que contentarse con esa respuesta.