Todas las cinematografías buscan líderes a quien imitar. Si en España le han salido alumnos a Almodóvar o Amenábar, no es de extrañar que en Grecia sea Yorgos Lanthimos el objetivo de seguidores, y como este año no hay película del director de Canino y El sacrificio de un ciervo sagrado en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, nos llega un posible primer imitador, Babis Makridis. Con el mismo estilo aséptico, de rostros impasibles, espacios pulcros y sin vida, pero sin un material dramático consistente que tratar, y ahí radica la principal diferencia con el maestro, Makridis pretende reflexionar sobre el dolor y el sufrimiento.
No falta humor en esta propuesta ya no tan radical, para contarnos la historia de un infeliz incapaz de sobrevivir si no hay algo de lo que lamentarse. Claro que no es en un ambiente como el que propone la película, de puro bienestar, cómodo incluso a nivel sentimental, donde parezca lógico encontrar el personaje apropiado para sufrir tal tara psicológica. También ese verdad que lo de menos en estas propuestas caprichosas es buscar lo convencional, ya que al final es el todo vale lo que se impone. De cualquier manera la gracia pierde fuerza en cuanto asoma dos veces, y este estudio sobre alguien que si no tiene pena la tiene que buscar acaba resultando forzada y superficial, sin llegar a ninguna parte más que a un divertimento medianamente ocurrente.
PITY **
Grecia-Polonia 2018 97 min.
Dirección Babis Makridis Intérpretes Yannis Drakopoulos, Evi Saoulidou, Makis Papadimitriou, Nota Cherniavsky Sección oficial