«La verdad, no sé de quién son mis libros»

La sevillana Laura Tinajero habla de sus musas mientras ultima su cuarta novela ‘dictada’ por ellas

20 ene 2018 / 18:20 h - Actualizado: 20 ene 2018 / 23:07 h.
"Libros"
  • La escritora y profesora sevillana Laura Tinajero, durante la entrevista. / El Correo
    La escritora y profesora sevillana Laura Tinajero, durante la entrevista. / El Correo

«En el genio somos distintas, ella es más tranquila que yo, no se altera por nada; será que como ella nació en lunes 12 y yo en martes 13, el demonio me puso los nervios de punta». Al escribir estas líneas de su primera y más exitosa novela, El gramófono de Heringer, la profesora sevillana Laura Tinajero ignoraba que esa expresión aparentemente inventada por ella para su personaje, que el demonio le pusiera los nervios de punta, era uno de los dichos habituales de la mujer real en la que se inspira la historia, sin que Laura lo supiera. Se lo tuvo que decir la sorprendida familia de la señora, una mujer de la Sevilla del 29 a la que el empeño en no someterse a los hombres le costó que la tomaran por loca. Pero esta aparente coincidencia no es un caso único. La autora sostiene que sus libros son literalmente dictados por sus musas; que algo, alguien, más allá de esa cosa imprecisa que llamamos inspiración, determina los nombres, los sucesos, el rumbo de sus novelas desde que por un extraño impulso decidió, en 2013, lanzarse a la escritura vía autoedición en Amazon. Ahora, al borde de su cuarta novela, ha decidido «salir del armario» y confesar que no sabe «de quién son» sus libros.

Pero esta no es una historia de aficionados a la parapsicología y a lo inexplicable a los que les da por escribir. Laura Tinajero, de 35 años, nació en un lugar tan poco sospechoso de veleidades paranormales y ocultistas como San José de Palmete. «Allí habitualmente no hay gente titulada universitaria. Soy la única de mi generación que terminó la carrera, Humanidades. Nunca le he dado a estos temas, al revés, en mi familia siempre nos hemos alejado de ese mundo, nos ha dado siempre mucho reparo. El aceptar ahora que soy capaz de conectar y ver cosas que no tengo por qué saber, se me hace difícil comprenderlo y aceptarlo. Después hablas con la gente y te dicen pues yo también, pues yo también. Pero no es fácil. Por qué hablo ahora de esto: porque yo no me veo relacionada con el resto de los escritores. Yo no me siento ocho horas a escribir, no podría. No puedo inventar historias, no tengo tanta imaginación. Mi forma de escribir es diferente. No busco reconocimientos, porque para mí no soy yo la que escribe desde mi ego. Lo hago como si fuera un instrumento más, pero no porque quiera hacer un best seller ni nada de eso. No es esa mi historia».

El último libro, ahora en fase de corrección y que aborda el tema de la alquimia, «ha sido totalmente dirigido. Yo creo que el 80 por ciento no soy yo. No es escritura automática ni tengo una posesión de esas como en las películas. No sé ni cómo explicarlo. Se lo comenté al reciente premio Planeta de Novela, Javier Sierra, si esto era normal, y me dijo que sabía de gente a la que le pasaba, aunque no lo cuenta. El mexicano Guillermo Arriaga me dice que él también escribe de oído. El caso es que cuando la gente lee mis libros, le llegan mucho, que es algo que me sorprendió, porque no sigo ninguna moda ni nada de eso. No escribo sobre Murillo, por ejemplo. Probablemente, porque Murillo no me ha llamado para decirme nada, je, je».