Llamar instalaciones a un cartucho de pavías y a un carrito lleno de chuches es mucho más que arte: es humor. Y con este humor en grado de desmesura comenzó ayer en el Espacio Santa Clara, a espaldas de la Casa de las Sirenas de la Alameda, el Festival de Ilustración de Sevilla Garabato Fest, que concluirá el 5 de enero como parte de la magia de ese día. El carrito es un homenaje a Esperanza, la señora que se ponía a vender pipas y kikos bajo los soportales de la calle Imagen. El cartucho es un guiño a Paco Palacios el Pali, del que se exhiben cinco caricaturas y al lado, en letras gordas en la pared, esta frase suya: En lugar de fabricar misiles hay que hacer más pavías. A partir de aquí, lo único que puede venir es lo que viene: un bombardeo visual de imágenes repletas de guasa, de provocación y también de melancolía: es la exposición Ilustres sevillanos, con la que se abre este tiempo excepcional para los amantes de la cartelería, los tebeos, las postales y todo cuanto tenga que ver, de palabra, obra u omisión, con el mundo de las ilustraciones.
Todo lo que se pueda contar en la vida, desde las más elementales ansias hasta las más elevadas aspiraciones, pasando por el lote completo de vicisitudes, se va a contar en estos dos meses largos a través del dibujo y la pintura, merced a esta iniciativa de la asociación Garabattagge Ilustra y el Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla ICAS (o sea, la municipalidad), y esta exposición es una muestra de ello. Aunque en realidad habría que decir estas exposiciones, porque son cuatro en una: la ya citada y otras tres en el refectorio: autoras de cómics, carteles y postales, con el rasgo común de la reivindicación de la igualdad de las mujeres en estas artes. Sin desmerecer el resto, resultan especialmente interesantes las dos primeras: la de las creadoras de cómics, titulada Ellas toman los lápices, el espacio y la palabra, es un repaso a los estilos e inquietudes de Raquel Gu, Paulapé, Marta Alonso Berná... y muchas otras. Y la de Ilustres sevillanos es, en dos palabras, la socarronería enmarcada.
Esta, con la que se abre el recorrido por el Espacio Santa Clara, es, según la describen los organizadores, una colección de personajes, retratos e ilustradores en plan homenaje a la cultura popular y a la narración gráfica, aunque sobre todo es una visión desternillante y cariñosa de una cuarentena de personajazos y personajetes de la larga historia de Sevilla. Para los teleadictos del prime time, sin duda el retrato preferido será esa maternidad murillesca donde la Virgen es la Pantoja y el niño en brazos Kiko Rivera, exhibido en su actual estado por cortesía de Pablo Vallejo. La impagable canalla callejera antepondrá el de Silvio, obra de Inma Serrano, mientras que la masa festiva de los viernes a mediodía se decantará sin duda por el retrato de la litrona de Cruzcampo (en presuntas 3-D), entendida igualmente como personaje clave en el devenir de la tres veces milenaria ciudad hispalense. Manolo Caracol, Hernando Colón, el barbero de Sevilla, Raimundo Amador, el fantasma de la Cesi (Cecilia Böhl de Faber), una alegoría de Triana y hasta el lagarto de la Catedral.
Hicieron los honores de la inauguración el director del ICAS, Paco Cerrejón; la directora del Cicus (la Universidad de Sevilla es colaboradora del festival), Concha Fernández; y la presidenta de Garabattagge Ilustra, Inmaculada Otero, que una vez más (y es la sorprendente tónica de las últimas grandes convocatorias culturales en la ciudad) celebraron el buen entendimiento entre creadores y gestores políticos y hablaron de la necesidad de «generar un ambiente lúdico», como dijo Inma, que ayude a crear afición y a proteger la que ya hay. Artistas incluidos.