La Zaranda se mira al espejo buscando a sus musas

Tras el rotundo éxito de Ahora todo es noche, La Zaranda vuelve al escenario del Teatro Central para presentar su nuevo trabajo al público sevillano.

23 feb 2019 / 17:58 h - Actualizado: 23 feb 2019 / 18:02 h.
"Teatro"
  • La Zaranda se mira al espejo buscando a sus musas

Desde sus inicios La Zaranda ha conseguido tener un lenguaje propio que bebe de la fuente del teatro contemporáneo, pero también de la cultura popular andaluza. Arte objetual y música popular (marchas de semana santa, boleros, flamenco..) se ponen al servicio de su poética dramática, en la que texto e imagen se sitúan en un mismo plano. Uno de sus temas recurrentes es la muerte el teatro en particular, y la cultura en general en la sociedades capitalistas. Este espectáculo supone una cruda llamada de atención al respecto.

La dramaturgia parte del teatro de variedades, una suerte de subgénero que incluye números musicales y dancísticos, además de breves piezas teatrales de humor frívolo y picante. Aunque esta fórmula escénica nació y murió en el siglo XIX, curiosamente volvió con la televisión en los años 50 y 60. Este espectáculo reproduce su receta, con presentador famoso incluido (Gabino Diego), aunque eso sí, al más puro estilo zarandiano.

Así, los personajes no son ni sombra de lo que fueron, artistas en absoluta decadencia rodeados de cochambre y podredumbre, futuros difuntos atrapados en un ensayo eterno que discurre entre la muerte y la no vida, una suerte de obra póstuma orquestada por el personaje del director, quien pide perdón a la tristeza mientras se prepara para reír el último. De esa manera, podría decirse que La Zaranda se mira en su propio espejo para no perder a sus musas. Sus últimas obras encerraban un sublime ejercicio crítico a los desmanes del capitalismo. Con esta última, en cambio, vuelven a vincular su discurso a una reflexión meta-teatral un tanto narcisista, aunque magistral y fascinante.

La puesta en escena reproduce una escenografía móvil, cargada de simbolismo, que se implica con el texto con un incesante movimiento escénico, reproduciendo toda una gama de cuadros e imágenes bufonescas, inquietantes, sugerentes e incluso entrañables. El ritmo se resiente al principio, aunque hacia la mitad de la obra asciende hasta lograr remontar en una escena final sumamente emotiva. De la misma manera el texto va ganando a medida que transcurre la obra en cuanto a su contenido poético y filosófico, dejándonos frases sublimes que se quedaran para siempre grabadas en algún rincón de nuestra memoria. Francisco Sánchez vuelve a demostrar su absoluto dominio del humor grotesco, hasta el punto de humanizar la caricatura de su personaje; Gaspar Campuzano borda su papel, totalmente distinto a todos los que había hecho hasta ahora; Quique Bustos nos brinda una presencia imbuida de ausencia tan inquietante como impactante y Gabino Diego nos sorprende con su personaje del presentador, al que da un toque personal sin salirse del lenguaje zarandiano. Algo que, por desgracia, no acaban de conseguir las actrices cuya interpretación, ya de entrada, choca con una de las señas de identidad de La Zaranda: el habla andaluza.

Obra: El desguace de las musas

Lugar: Teatro Central 22 de febrero

Compañía: La Zaranda

Autor: Eusebio Calonge

Dirección: Paco de la Zaranda

Música: Boris Fomin, Ignacio Piñeiro, Johan Sebastian Bach, Carl Orff y Carlos Chanes

Intérpretes: Gabino Diego, Inma Barrionuevo, M.ª Ángeles Pérez-Muñoz, Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez.

Calificación: ****