Larga vida al autor teatral

El relato gira en torno a la amistad entre el conquistador y un médico granadino representante del Islam, cuya sabiduría y erudición consigue arañar la conciencia del Maestre

14 sep 2015 / 08:51 h - Actualizado: 14 sep 2015 / 08:54 h.
"Teatro"

‘Pelay Correa’ **

Lugar: Castillo de S. Jorge

Obra: Pelay y Correa

Compañía: La Madeja Teatro

Texto: Borja de Diego

Dirección: Alfonso Hierro-Delgado

Voces en off: Benjamín Miguel, Manuel Barroso y Alfonso Hierro-Delgado

Interpretación: José Chía y Juan Planelles

A pesar de la maldita crisis y el escaso apoyo institucional, a nuestro teatro no le faltan excelentes directores e intérpretes. Sin embargo, el autor teatral parece ser una figura en extinción. Por fortuna, de vez en cuando emergen escritores dispuestos a no dejarla morir. Es el caso de Borja de Diego, un joven autor sevillano que con esta obra asume el reto de enfrentarse a un olvidado personaje histórico.

El texto gira en torno a Pelay y Correa, el conquistador portugués que llegó a ser Maestre de la Orden de Santiago y fue el encargado de asediar el Castillo de S. Jorge, en nombre de Fernando III. De ahí que su historia haya sido elegida para cerrar el ciclo que ha convertido las ruinas del Castillo en un singular espacio teatral. Se trata, por tanto, de una obra de encargo que, por desgracia, cuenta con una producción bastante limitada.

El relato gira en torno a la amistad entre el conquistador y un médico granadino representante del Islam, cuya sabiduría y erudición consigue arañar la conciencia del Maestre, quien hasta entonces creía que los infieles no merecían ser considerados como verdaderos hombres. Así, el texto plantea una interesante reflexión sobre un choque de culturas que, desgraciadamente, sigue siendo actual. Los diálogos son fluidos y algunos pasajes describen imágenes sugerentes, pero la dramaturgia no acaba de justificar el conflicto interno del protagonista.

La puesta en escena se limita a centrarse en el texto y su interpretación por parte de los actores quienes, aunque abordan sus personajes con corrección y dominio escénico, no consiguen conmover al respetable.