‘Las dependientas’, una crítica a la autoexplotación de la sociedad actual

El Centro TNT-Atalaya acoge esta noche la representación de esta obra de Teatro a pelo y La Ejecutora protagonizada por cuatro mujeres y sus miserias

23 nov 2017 / 20:43 h - Actualizado: 24 nov 2017 / 17:22 h.
"Teatro"
  • Las actrices actúan en lencería, dado que trabajan en esta sección de unos grandes almacenes. / El Correo
    Las actrices actúan en lencería, dado que trabajan en esta sección de unos grandes almacenes. / El Correo

El Centro TNT-Atalaya acoge esta noche (21.00 horas) la representación de Las dependientas, una obra de Teatro a pelo y La Ejecutora en la que cuatro mujeres trabajan en la sección de lencería de unos grandes almacenes. Una de ellas es la encargada (la roteña Tatiana Garland) y el resto (las sevillanas Beatriz Arjona, Verónica Morales y Celia Vioque) son dependientas. A estas actrices y bailarinas acompañan los correspondientes profesionales encargados de la dramaturgia (Julio León), la dirección (Fran Pérez Román) y la producción (Julia Rodríguez), los tres sevillanos. Las entradas están disponibles en la web del recinto (atalaya-tnt.com) a ocho euros.

Las dependientas pretende llevar a cabo una investigación escénica para hablar de la autoexplotación, algo universal porque el ser humano siempre ha vivido en una lucha por la consecución de la libertad, y actual porque nunca como hasta ahora hemos sido tan aparentemente libres y, por tanto, artífices de nuestra propia esclavitud. Esta pieza indaga en la desazón de las personas en la sociedad del cansancio, una sociedad en la que siempre nos exigimos más y nos autoconvencemos de que siempre podemos más.

EXCESO DE POSITIVIDAD

A través de cuatro mujeres, la obra muestra una sociedad enferma de exceso de positividad, una sociedad que se exige siempre más, que no ve sus propios límites, una sociedad atroz y que consume de manera compulsiva dando lugar a modelos de trabajo en los que las personas dejan de serlo para ser simplemente productores. No pretende, sin embargo, ser una obra pesimista ni catastrofista, sino más bien arrojar un rayo de luz, aunque sea amargo, presentando la posibilidad de la autoliberación, de convertirnos en héroes que, como los héroes trágicos, seamos capaces de dar un paso al frente para cambiar nuestro destino o de quemar nuestro último cartucho de energía en una catarsis.