Las marchas antiguas viven un espectacular ‘Renacimiento’

La Banda de la Cruz Roja restaura la música cofradiera de hace un siglo

23 feb 2017 / 21:50 h - Actualizado: 24 feb 2017 / 17:11 h.
  • Presentación anoche en la Capitanía General del disco de música cofradiera ‘Renacimiento’. / El Correo
    Presentación anoche en la Capitanía General del disco de música cofradiera ‘Renacimiento’. / El Correo

Estremece comprobar cómo cambia aquello que se diría que no cambia nunca. Renacimiento, el disco de la Banda de la Cruz Roja de Sevilla que se presentaba anoche en la Capitanía General, perpetra uno de esos encuentros sublimes con lo insospechado: marchas cofradieras que, sencillamente, desaparecieron. Sonaron mucho, llegaron a ser imprescindibles, y como tales se esfumaron un día, dejando apenas un rastro. Esa pista, remontándose cien años atrás en pura arqueología musical, es la que han seguido José Ignacio Cansino –el director de la formación– y un selecto elenco de colaboradores hasta dar con la música de la antigua Semana Santa, entre ellos José Manuel Castroviejo, una eminencia en la materia; y el músico Juan Ramón Rivera.

«Ha sido un año y medio de mucho trabajo e investigación. Para mí ha sido un honor colaborar con los arreglos y la edición de cinco de las catorce marchas grabadas», expresaba Rivera, ayer. «Apasionante poder tener entre mis manos papeles inéditos, amarillentos y casi podridos para poder verlos resucitar de esa manera. Un honor. Mucho esfuerzo. Pero una experiencia inolvidable». Momentos antes de la presentación, el propio director Cansino compartía con este periódico su emoción y su satisfacción por un trabajo que entra directamente en la médula de la música procesional andaluza: las primeras marchas editadas y dedicadas a la Macarena y a la Esperanza de Triana; la Marcha fúnebre de Schumann, adaptada de sus Estudios sinfónicos Op. 13; Miserere de Eslava, adaptada por Manuel Font Fernández en 1913 y que durante años fue muy celebrada e interpretada... y composiciones posteriores, de los años cuarenta, cincuenta y sesenta. Partituras rebosantes de solemnidad y de sentimiento trágico, en muchos casos, que conforman este Renacimiento entre cuyas marchas se encuentran asimismo Mater Dolorosa (José María Caballer, 1880), Las tres caídas (Manuel del Castillo, 1901), In Paradisum (José Franco, primer tercio del siglo XX), Nuestra Señora de las Victorias (Ceferino Morales, 1918), Amor y dolor (Santiago Tejera, 1920)... Restos de la extinta Semana Santa que sintieron nuestros abuelos y que, en efecto, estremecen.