Sevilla es una ciudad que no se le da nada mal a Juan Soto Ivars: aquí publicó su novela Siberia con el sello El Olivo Azul, aquí salió ganador del premio Ateneo Joven con su novela Ajedrez para un detective novato, y en la capital hispalense le espera un buen número de lectores entusiastas para la presentación, prevista para esta noche a las 21.00 horas en La Red, de su última obra hasta la fecha, Los crímenes del futuro, que ha visto la luz recientemente en Candaya. Murciano de Águilas y de 1985, miembro del consejo asesor de la Fundéu y habitual en varios medios de comunicación, pocos son quienes lo han visto sin un cigarrillo o un micro entre los dedos.

—Comparado con su frenética actividad en medios y redes, ¿encerrarse a escribir una novela no le parece un oasis de paz? —No hay oasis cuando se escribe una novela, y menos cuando tardas ocho años en terminarla. Se parece más a la travesía del desierto, pero como pasa en ese viaje, si te paras te mueres.

—Todavía se le recuerda como fundador de aquel colectivo autoproclamado como Nuevo Drama. ¿De aquellos polvos, estos lodos?

—Aquello fue una boutade, pero realmente queríamos defender esas novelas que te deslumbran sin dejar de contarte una historia, y de alguna manera sí hemos seguido todos por ese camino. Aunque los nocilleros también. Qué buenas novelas las últimas de los nocilleros.

—La suya parece una novela poco optimista con los tiempos venideros. ¿El futuro no es lo que era?

—Por primera vez en muchos años tenemos la impresión de que el futuro será peor que el presente, de que nuestros hijos vivirán peor que nosotros. Mi novela responde a esta incertidumbre.

—En Los crímenes del futuro destacan tres personajes femeninos. ¿El porvenir será mujer, o no será?

—Me parece impensable escribir una novela futurista en la que las mujeres no sean protagonistas. Pero las mujeres no son mejores que los hombres. El triunfo del feminismo será la aceptación de que somos todos bastante humanos.

— ¿El 15-m y Podemos fueron la última utopía española?

—Dejaron sus semillas, como pasará con el MeToo. Las revoluciones son dionisiacas, y fracasan por ese aluvión, pero dejan semillas que cambian el curso de la historia.

—Viene a Sevilla de Feria del Libro: ¿sus haters acuden a verlo a las firmas?

—No, mis haters son cobardes, como todos los haters.