Las Vivas, la comunidad de vecinos de las artes

Los protagonistas de la cultura sevillana consolidan su unión para visibilizar y apoyar a todas las partes del proceso creativo

21 mar 2018 / 17:41 h - Actualizado: 21 mar 2018 / 22:35 h.
"Arte"
  • Fotografía promocional de la obra escénica ‘Las dependientas’, con dramaturgia de Julio León Rocha. / El Correo
    Fotografía promocional de la obra escénica ‘Las dependientas’, con dramaturgia de Julio León Rocha. / El Correo
  • Una de las reuniones celebradas en Sevilla por la comunidad de Las Vivas. / El Correo
    Una de las reuniones celebradas en Sevilla por la comunidad de Las Vivas. / El Correo

«Nacemos más con preguntas y con inquietudes que con respuestas. No tenemos respuestas», reconoce Julio León Rocha. «Nos unimos para ver cuáles son esas preguntas que nos unen y cómo podemos solucionarlas. No venimos con la solución». El dramaturgo, del que recientemente se pudo ver en Sevilla su obra Las dependientas, es uno de los pioneros de Las Vivas, la comunidad de protagonistas de la vida artística y cultural sevillana que nació titubeante hace un año con apenas una veintena de miembros quejosos y que ahora, con más de setenta integrantes (y creciendo) de todas las instancias del proceso cultural –creadores, intérpretes, productores, gestores, técnicos, comunicadores–, se presenta como la sinergia de los deseos comunes. Junto a la periodista Virginia Moriche y el gestor Miguel López, Julio León explica que este colectivo pretende favorecer la visibilización, la labor y la interacción de todos cuantos participan en el proceso de las llamadas artes vivas, un concepto amplísimo que incluye cualquier manifestación creadora que utilice como vehículo el cuerpo: teatro, danza, clown, performance, teatro físico, body art, mimo y lo que se quiera.

«Cuando nos reunimos la primera vez, no sabíamos lo que iba a ocurrir, ni que esto iba a crecer y se iba a abrir a más gente», cuenta el dramaturgo, «porque surgió por así decir a la salida de los teatros, que es cuando se habla de la situación, de las cosas que nos gustaría que pasaran. Entonces hubo como una primera reunión en la que ni siquiera las personas que íbamos sabíamos muy bien a quiénes nos íbamos a encontrar allí. Y ese día no había ninguna idea en la cabeza preconcebida; nos reunimos para ver un poco qué ocurría, y como suele pasar en estas cosas comenzamos por la queja, pero pronto nos dimos cuenta de que la queja no construye nada, de que podemos quedarnos en la queja indefinidamente y hablar de las cosas malas que ocurren, pero eso no da ningún fruto. Entonces ya a partir de esa reunión y de la segunda surgió la idea de los deseos, que es lo que nos une. Porque vimos que lo que nos unía a este grupo tan heterogéneo eran unos deseos que podían generar acción, ilusión para generar cosas».

Virginia Moriche explica lo que más le gusta de Las Vivas: «Que nosotros que nos dedicamos a la comunicación nunca habíamos estado en una comunidad, asociación o entidad así, porque no encontrábamos nuestro hueco en ninguna de las que había, y a mí lo que me gusta realmente de Las Vivas es que hay gente de producción, gestión, comunicación... es muy transversal. Cuando yo hago mi trabajo diario me encuentro con creadores, productores, periodistas culturales que se han sumado también... Es como decir: con todas estas relaciones que tenemos en nuestra vida real, ¿por qué no construimos algo? Y así se ha ido creando la red».

No es una gestoría. Ni tratan de organizar una industria. Es, dicen ellos, algo más cercano a una mediación. «No es que nosotros ayudemos a las necesidades personales, es una cosa más general. Imagina: a lo mejor, uno de nuestros objetivos es hacer un mapeo de espacios infrautilizados públicos. Y una vez hecho ese mapeo, explicar cómo se puede acceder a estos espacios. Y a lo mejor a partir de este mapeo hacemos una hoja de ruta de qué es necesario hacer para acceder a ellos y lo compartimos, para que cualquier creador, cualquier productor pueda saber cómo acceder a esos recursos, que muchas veces es tan fácil o tan difícil como eso: publicar un procedimiento de forma sencilla. Cuando hablamos, por ejemplo, de espacios privados, muchas veces no nos acercamos a ellos porque creemos que no va a haber posibilidad. Pues entonces, abrir una vía de diálogo con los espacios privados para estudiar con ellos qué posibilidades hay de que se abran también como espacios para la residencia, para la creación... De hecho, hay algunos que ya están haciendo iniciativas en ese sentido. Que la comunidad de las artes vivas sepa con qué recursos cuenta y cómo acceder a ellos».

El productor Miguel López añade que, «en primer lugar, es importante identificar qué es lo que nos une, sentirnos acompañadas todas las personas que estamos ahí. Puede parecer una chorrada, pero es importante sentir que no estamos solos y que nos afecta a todos: yo no soy creador, pero me interesa que los creadores trabajen bien en esta ciudad porque después yo lo voy a producir, y otros lo van a comunicar».

Aunque su prioridad no es hablar con la administración, sino entre ellos, no pueden evitar fijarse en aspectos mejorables de la política cultural que redundarían en beneficio de esa comunidad a la que pertenecen. «Falta un compromiso real por parte de la administración. Solamente hay buenas palabras», dice López. Según Moriche, «falta también saber cuáles son las políticas culturales de una manera clara. Porque todos podemos tener idea de lo que se va a hacer, pero falta un instrumento que diga este es nuestro plan de aquí a dos años, a tres años, estos son nuestros objetivos y los vamos a conseguir con estas acciones». Pero más allá de lo que se cueza en las altas instancias, la periodista destaca lo crucial de haberse unido. «Muchas veces estamos trabajando en nuestros pequeños núcleos, nuestros pequeños círculos, y no vemos más allá. Y Las Vivas a mí me ha servido para conectarme con gente con la que a lo mejor me cruzaba o con la que tenía una breve conversación pero no iba más allá, y eso me parece realmente enriquecedor».