«Lo estimulante es moverse siempre»

Luis Manuel Ruiz continúa la saga fantástica de Irene Fo con ‘El ejército de piedra’

27 jul 2015 / 22:19 h - Actualizado: 27 jul 2015 / 22:20 h.
"Literatura"
  • El escritor sevillano Luis Manuel Ruiz, autor de ‘El ejército de piedra’. / Pepo Herrera
    El escritor sevillano Luis Manuel Ruiz, autor de ‘El ejército de piedra’. / Pepo Herrera

El año pasado fue sin duda uno de los mejores en la trayectoria literaria de Luis Manuel Ruiz (Sevilla, 1973), con el premio Málaga conseguido por su novela Temblad, villanos, y la publicación de El hombre sin rostro, primera entrega de una saga cuya segunda parte ve ahora la luz en Salto de Página bajo el título El ejército de piedra.

No obstante, el autor asegura que se trata de «una aventura independiente, aunque quien se haya leído la primera jugará con ventaja», dice. «Conocerá los personajes, que son los mismos, la ambientación y el tono general, de aventuras y guasa, que tiene la acción. Pero esta segunda parte es más larga, más novela, creo. La primera fue una especie de preparación, por así decirlo».

En esta ocasión, las estatuas de Madrid cobran vida y deambulan por la ciudad provocando el pánico. «Quería hacer una segunda parte más fantástica que la primera, más descaradamente estilo televisión o cómic. Barajé diversos mitos de la narrativa fantástica –vampiros, muertos vivientes, momias y demás–, y lo de las estatuas me pareció lo más atractivo», recuerda el escritor, que reconoce la influencia de obras como El Golem, de Gustav Meyrink. «El terror a las estatuas, a los maniquíes, a la efigie humana, viene de antiguo: está siempre implícita la duda de si están vivas de verdad pero no las vemos moverse. Pero sí, el Golem es otra referencia ineludible, claro», admite.

Frente a la terrorífica situación, las autoridades desmienten todos los rumores, lo que permite a Ruiz ironizar sobre el comportamiento de nuestros gobernantes. «En general, la historia contiene una visión de la autoridad bastante grotesca: son gente que se reúne cada dos por tres para hartarse de comer y beber y cuya única solución a los problemas es inaugurar monumentos».

«Ese aspecto esperpéntico de los gobernantes», prosigue, «está muy presente en la literatura noventayochista, que, aunque parezca mentira, fue una de las fuentes de inspiración de la novela mientras la escribía, más que nada para logra una correcta ambientación».

De hecho, el Madrid de la época es mucho más que un decorado de fondo, y para darle vida el sevillano ha tenido que volver a la biblioteca. «Siempre he sido muy fan de Baroja, pero para escribir esta novela –la saga, en general–, me releí al dedillo la trilogía de La lucha por la vida. Lo pasé genial: y la cantidad de información que contiene es inmensa».

En ese Madrid asoma la figura del gacetillero Elías Arce, figura destacada en ese callejón del gato que Luis Manuel Ruiz ha querido recrear. «Arce es el personaje tonto que casi no se entre de nada. Justo la antítesis del reportero intrépido y bien informado que se entera de todo», comenta. «Como en la novela anterior, la heroína autentica es Irene Fo, que ahora está más loca y atrevida que nunca. Lo interesante de trabajar en una serie es que los personajes pueden ir matizándose y creciendo a cada entrega», agrega.

Las dos novelas mencionadas del año pasado, junto con El ejército de piedra, certifican un giro en la trayectoria de Luis Manuel Ruiz que permite hacer todo tipo de especulaciones sobre sus próximos proyectos. «No sé qué haré. No, no creo que me quede en esto, aunque supongo que probaré con algún título más de la misma serie. Aparte, me interesaría probar con la literatura de terror, y la juvenil también. Son ámbitos que no gozan de mucho predicamento cultural, pero en los que creo que se pueden hacer cosas muy interesantes», asevera.

En todo caso, Ruiz celebra que los prejuicios vayan siendo desterrados entre el público español. «En el caso del fantástico y el terror hay una nueva generación de lectores y de autores que ha llevado incluso a la creación por parte de grandes grupos de editoriales específicas, y en cuanto a la juvenil, bueno, poco a poco se impone también aquí la idea del crossover, o la literatura para lectores de 9 a 99».

«Lo del fantástico no lo entiendo, la verdad, pero la cosa va cambiando», subraya. «En mi caso, ha sido muy formativo y liberador dedicarme a hacer cosas que antes yo mismo tachaba de subalternas o a las que los prejuicios tontos me impedían acercarme». Y concluye: «Y en cuanto a cambiar de tono o temática: yo creo que lo verdaderamente estimulante es seguir moviéndose, ¿no? A un lado u otro, pero siempre otro sitio. De todos modos, tampoco creo que lo que hago o vaya a hacer ahora sea tan distinto a lo de antes».