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Los manifestantes esta mañana en la Feria del Libro de Sevilla. / Fotos: Jesús Barrera -
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Pancartas y carteles con lemas reivindicativos, pitos, megáfonos, consignas coreadas -bajo la dirección de la animada speaker Inma Pinilla de la compañía Barataria-, un manifiesto con exigencias a las administraciones públicas y hasta políticos en la cabecera como el coordinador regional de IU, Antonio Maíllo o la concejal del PP municipal, María del Mar Sánchez Estrella. Nada faltó en una manifestación cuyo propósito, la rebelión del conocimiento, puede hacer temblar a los gobiernos más que las quema de neumáticos o los cortes de carreteras y vías de tren del tren de miles de trabajadores. ¡Con los libros siempre! fue el lema de la manifestación con la que escritores, editores, libreros y, sobre todo, lectores, reivindicar la lectura como arma contra la incultura, con lemas como “No nos mires, ponte a leer”, “Más lectura, menos incultura”, “La lectura camina adelante, la incultura camina pá atrás” y hasta el clásico “luego diréis que somos cinco o seis”, aunque en esta manifestación no hubo guerra de cifras entre la organización y la Policía, cuya presencia no fue necesaria para mantener el orden.
La original iniciativa organizada por la Feria del Libro de Sevilla se convirtió en objetivo no sólo de los fotógrafos de prensa sino de los aficionados que participan hoy en el certamen Photoquivir a la caza y captura de las mejores instantáneas y como cualquier manifestación, contó con su correspondiente manifiesto reivindicativo, leído por el director de la Feria del Libro, Javier López, en el que los lectores exigen “que las bibliotecas y las aulas se llenen de libros”, que la lectura “esté siempre presente en los medios de comunicación públicos” y que desde las administraciones públicas se apoye a autores, editores y libreros. Un manifiesto en el que también asumen el compromiso de “buscar la calidad en la lectura porque somos los que leemos” y de dejarse “aconsejas por libreros y editores”.
Hubo minuto de silencio para leer y en vez del puño en alto los manifestantes alzaron sus ejemplares al grito de “Vivan los libros”. Una de las consignas con mayor carga de rebeldía que la sociedad puede esgrimir.