Después de trabajar durante años como tercer asistente de dirección en producciones de todo tipo como La torre de Suso, ¿Para qué sirve un oso? o la más reciente El secreto de Marrowbone, Samu Fuentes salta a la dirección con una propuesta muy interesante, y lamentamos decir que insólita para el cine español. Y es que acostumbrados a un cine tan literario, mayormente apoyado en el guión, una cinta como ésta, en la que los diálogos escasean y toda la información se nos ofrece a través de la imagen, no podemos sino felicitar a su iluminado artífice. Mario Casas se mete convincentemente en la piel de un rudo leñador, una especie de ermitaño que habita las angostas montañas de algún paraje norteño de primera mitad del siglo XX, sufriendo sus duros inviernos y llevando sobre sí la dura carga de la soledad y el extenuante trabajo de la mera supervivencia. En ese ambiente, espléndidamente captado por una sensacional fotografía, con las puntadas necesarias de música, y un especial talento para transmitir las duras condiciones en las que se desarrolla la trama, Fuentes sitúa una historia de sentimientos, ternura, traiciones y decepciones. La apariencia se convierte en el peor enemigo, y quien confía en ella en la peor compañía. El material daría para un folletín insufrible, y sin embargo el debutante Fuentes lo convierte en una sobrecogedora crónica de la crueldad de la vida, la dureza del entorno y la imposibilidad de subyacer a los propios instintos y a la propia condición humana. Un debut brillante.

Bajo la piel de lobo ****

Sección oficial no competitiva. España 2017 115 min.

Dirección: Samu Fuentes Intérpretes: Mario Casas, Irene Escolar, Ruth Díaz, Kandido Uranga, Quimet Pla