La Gazapera

Medio siglo sin Pastora y El Pinto

¿Ha habido dos artistas flamencos más carismáticos y queridos en Sevilla que la Niña de los Peines y Pepe Pinto?

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
11 ene 2019 / 08:39 h - Actualizado: 11 ene 2019 / 08:44 h.
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  • La Niña de los Peines y Pepe Pinto. / El Correo
    La Niña de los Peines y Pepe Pinto. / El Correo

¿Ha habido dos artistas flamencos más carismáticos y queridos en Sevilla que la Niña de los Peines y Pepe Pinto? No, no los ha habido. Este año se conmemorarán los cincuenta años de la muerte de los dos ases del cante jondo, compañeros en el arte y en la vida, puesto que se casaron en Sevilla en 1933, en San Gil. Una boda sonada, por la fama de los dos, que fue celebrada por la mayoría de los sevillanos. Tuvo que ser El Pinto quien llevara a la Emperadora del Cante Flamenco al altar, cuando tenía ya 43 años, puesto que nació en 1890. Y no fue por falta de hombres que la amaran, porque la artista había tenido ya varios amores en su vida, entre otros Juan Santa María, dueño del Café de la Marina de Málaga, bastante mayor que ella, y el cantaor sevillano Manuel Escacena, con quien vivió hasta la muerte de este, que fue en Madrid en 1928, con solo 42 años.

De Pastora se han contado bastantes historias de amor. Ella se enfadó muchas veces porque no todas eran ciertas, algo lógico en una artista de su fama. Jamás ocultó sus amores. Ni mucho menos su madre, la arahalense Pastora Cruz Vargas, lahija del gitano herrero Tío Calilo. Ella era la encargada de contestar las preguntas de los periodistas cuando le preguntaban por sus amores o por sus ídolos en el cante, y que no respondía por timidez.


En una entrevista que le hizo Carmen de Burgos, Colombine, la gran periodista y escritora almeriense, le habló de "un señorito de Málaga”, sin nombrarlo, que era Juan Santa María, el empresario de cafés. Al parecer, se quiso casar con ella y fue la madre de la artista quien impidió la boda, argumentando que qué iba a ser de ella, porque Pastora era el sostén de toda la familia, con su padre enfermo por un accidente laboral mientras construía un puente de hierro en Mérida.


El Pinto era de la Macarena, de la calle Monedero. Fue una especie de niño prodigio del cante y el juego, al que Pastora no conoció hasta que el cantaor no tendría 16 o 17 años, cuando trabajaba de croupier en el Casino de Arahal. Él se enamoró locamente de ella, pero era solo un chiquillo y no le echó mucha cuenta. Como el macareno perseveró, acabó enamorándola y se casaron en la fecha ya indicada.

Aunque se haya dicho que fueron como los Romeo y Julieta del cante, lo cierto es que fue un matrimonio con sus luces y sombras. Se quisieron con locura, pero no era fácil vivir bajo el mismo techo con una mujer tan independiente y con un carácter tan fuerte. Muy celosa, además. Y el Pinto era un hombre atractivo que gustaba mucho a las mujeres, sobre todo alas mujeres artistas. "Las enamora con los ojos, como los lagartos", dijo una vez Pastora, una noche que lo buscaba en un teatro de Sevilla y que no aparecía por ninguna parte. Se llevaban 13 años y esa diferencia de edad fue a veces un problema.


Murieron en el mismo año, Pepe en octubre y Pastora en noviembre. Vivían en el número 20 de la calle Calatrava, en plena Alameda de Hércules, donde la artista residió casi toda su vida. Nacida en la Puerta Osario, en la calle Butrón —calle cercana a San Román—, vivió algunos meses en Triana, Málaga y Madrid, pero la mayor parte de su vida la pasó en la Alameda, donde también murieron sus padres y sus dos hermanos, Arturo y Tomás.


Cuenta la leyenda que Pepe Pinto enfermó de ver tan mal a Pastora, ya con la cabeza perdida como consecuencia de una demencia senil, y que se machacó tanto con el alcohol que acabó con su vida el 6 de octubre de 1969. El 26 de noviembre de ese mismo año murió Pastora y hoy descansan ambos artistas en el panteón familiar del Cementerio de San Fernando de Sevilla, al lado de Juan Belmonte, cerca de Gabriela Ortega, la madre de Rafael y Joselito el Gallo, de El Niño Ricardo, y enfrente de El Espartero, el gran torero de la Alfalfa.

Cincuenta años se van a cumplir de la desaparición de dos artistas flamencos tan fundamentales como Pastora y El Pinto. Ojalá Sevilla conmemore esta efemérides como ambos merecen.