«Mi obra es la respuesta al universo luminoso de Ikea»

El pintor Aure Gallego estrena hoy la nueva galería Moco SpaceArt con la exposición ‘Camino a la imperfección’

20 sep 2017 / 19:54 h - Actualizado: 21 sep 2017 / 08:45 h.
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  • El pintor Aure Gallego, en su estudio, junto a una obra de su ciclo ‘Bosques en ruina’. / Manuel Gómez
    El pintor Aure Gallego, en su estudio, junto a una obra de su ciclo ‘Bosques en ruina’. / Manuel Gómez
  • Imagen de Moco SpaceArt. / El Correo
    Imagen de Moco SpaceArt. / El Correo

El histórico artista Wolf Vostell, uno de los nombres más icónicos de la vanguardia, hizo del axioma «arte=vida, vida=arte» su credo fundamental. La obra del sevillano Aure Gallego tiene poco o nada que ver con la del alemán; pero hay una casi total identificación con esa idea en la que la creación se fusiona con el vivir, y lo uno es inseparable de lo otro. Camino a la imperfección es la exposición que esta noche inaugura en Moco SpaceArt (C/ San Luis, 101), un espacio multidisciplinar que comienza oficialmente su andadura en el mapa cultural (y contracultural) de Sevilla.

«No sé hacer otra cosa que no sea pintar y... tampoco me apetecería...», dice, arrastrando los puntos suspensivos, punteando su discurso con los débiles maullidos de Mercedes, su compañera. Lo suyo es militancia, militancia en el precipicio. Aure Gallego no es un acaudalado dandi tocado por el Dios Dólar. «Hay que dejar muchas cosas fuera de tu vida para ser lo que soy», añade como si tuviera que excusarse por confesar su única dedicación, pintar. Y en el tiempo entre medio se pone a organizar las ideas. Que son muchas.

«En la inutilidad del arte es donde está la auténtica revolución. El arte es inútil y por tanto es revolucionario en un mundo en el que todo aspira a ser útil», reflexiona atropellando los pensamientos e invocando al filósofo Theodor Adorno. Uno como él, como Aure. Porque él es filósofo antes que pintor. Los pinceles los empuñó de manera autodidacta. Por eso tiene claro que la reflexión y el arte son cosas diferentes. Parece un pensamiento sencillo, pero no lo es tanto. Sólo hay que ver cómo los museos de arte contemporáneo están cada vez más llenos de un arte de telediario camuflado bajo la alambicada apariencia de comentarios obtusos. Aure Gallego solo pinta. Empezó con el óleo, pasó por la acuarela figurativa y desde hace 10 años enfiló «una abstracción pura algo lírica» con la que aspira a «emocionar, a tocar». Quiere decir que él es un hombre cien por cien mediterráneo, también que su obra está en las antípodas de la férrea abstracción geométrica, a la que respeta, pero a la que mira desde lejos.

La pintura de Aure Gallego tiende al gesto violento, aunque de vez en cuando aparezcan formas figurativas, o las manchas amainen la virulencia de las oscuridades y la pintura derramada. «Mi obra es la respuesta al universo luminoso de Ikea» lanza de pronto, sin saber que ha dado con el titular de su entrevista. «Prefiero mostrar lo ruinoso; me interesa mucho el concepto de cicatriz en un sentido metafórico». Pero no es que con su creación condene el carácter decorativo del arte, de todo arte. «Me gusta esa realidad, es algo que debemos manejar a nuestro favor. Un buen cuadro te puede ahorrar muchas horas de televisión», abunda.

Luego vienen, porque siempre vienen, las referencias. En su obra estas son extraordinariamente claras. La pintura profunda, abisal y depresiva de Mark Rothko, el gusto por el automatismo y la mancha de Jackson Pollock, el neoexpresionismo de Anselm Kiefer y el informalismo y la simbología tortuosa de Antoni Tàpies... «Sí, todos esos, por supuesto. Pero también la acuarelista abstracta catalana Jorda Vitó», añade. Y los dadaístas, aunque estos le han influido más en lo ideológico, no tanto en lo práctico. «Me encanta que la gente reconozca a todos estos pintores cuando ve mi obra. La originalidad no existe; o en todo caso solo es propiedad de los que hicieron aquellos primeros dibujos en Altamira. Nada más», defiende con fruición.

Deslocalizado completamente; Aure Gallego, que abandonó Madrid por Sevilla y ahora vive entre la calle Feria y un pueblo de Badajoz, reivindica el discurso de las vanguardias, «porque está sin terminar y porque no nos lo hemos aprendido». «En esta ciudad pasamos del barroco a la Expo’92 por eso creo que hay que reivindicarlas, tenemos que sufrirlas y gozarlas». Aunque a la vez advierte también de que las vanguardias se acabaron aburguesando «...y los bancos empezaron a adquirir obras de aquellos artistas que quisieron volar todo por los aires». Ojo. No es que la obra de Gallego no se venda, que se vende. Pero al jugar fuera del sistema, sus precios son terrenales. «Jamás será el dinero un problema para alguien que quiera tener una obra mía en su casa».

UN ESPACIO MARCIANO EN EL PUMAREJO

¿Qué es Moco SpaceArt? Parece una galería de arte y, lo es. Pero también es un lugar de encuentro, un sitio nocturno en el que pasan cosas y, la mar de las veces, no se sabe lo que sucede hasta que se está dentro. Lleva semanas abierto, pero la inauguración –podría decirse que oficial– es con la exposición de Aure Gallego, Camino a la imperfección, que ocupará el local durante un mes. «El título de la muestra alude al wabi sabi, un término estético japonés que esgrime la idea de encontrar belleza en la imperfección; o valorar la imperfección como una forma de belleza. Al fin y al cabo los defectos, la deformidad, forman parte consustancial de la vida», razona el pintor.