La Fundación Tres Culturas, en colaboración con el Institut Français, acoge desde esta semana y hasta el 30 de enero la exposición Guernica Huella, una propuesta de la artista marroquí afincada en Francia Nissrine Seffar que evoca el bombardeo de dicha localidad y su referente plástico fundamental, el célebre Guernica de Picasso.

Según información facilitada por Tres culturas, tras visitar el año pasado la ciudad de Guernica y sentirse inspirada por las huellas que allí permanecen, Seffar creó el lienzo principal de esta exposición. Se trata de una pintura monumental –que posee las mismas dimensiones que la obra de Picasso– compuesta por seis lienzos que conforman la pieza central de la muestra, en diálogo con el Guernica picassiano. Junto a este gran lienzo el resto de la muestra está compuesto por una serie de propuestas plásticas como dibujos en yeso, pinturas de pequeño formato, dibujos y fotos.

Los colores aplicados por capas, renacen desde los tonos ceniza del cuadro picassiano. Mientras que los triángulos oscuros, extraídos del cuadro del maestro, dotan a los colores luminosos de un ritmo lleno de armonía. Una obra testimonio del pasado de este lugar simbólico como es Guernica, cuyo mensaje más profundo es el de la esperanza y el perdón.

«El de Guernica no habría llegado a ser un episodio famoso si Picasso no hubiera pintado su cuadro, porque hay otras aldeas que sufrieron bombardeos también y nadie habla de ellas», explica la artista, que está pendiente de una invitación para seguir su exploración de la memoria de desastres bélicos en japón. «Es normal y lógico seguir con Hiroshima, el lugar donde cayó la primera bomba atómica. Eso me permite desarrollar un trabajo a la vez poético y político», agrega la artista.

Un solo territorio

Por otro lado, uno de los puntos de partida de la obra de Nissrine Seffar es el estallido de las primaveras árabes. «Me sentí atraída por ese fenómeno cuando todavía vivía en Marruecos», comenta la creadora, que se instaló en la localidad francesa de Montpellier en 2011. «Vi que había mucho miedo a que se produjera una revolución como las que había habido en Túnez, Egipto o Siria, en cada una de las cuales hubo muchos muertos. Me pregunté si en mi país podía ocurrir algo así, pensé en mis amigos, en mi familia, y empecé a pensar qué se libraba en estos conflictos, si había una lucha de poder. Viajé por Europa y por el Mediterráneo, y empecé trabajando con huellas en el suelo, en lugares donde ha habido guerra civil o revoluciones. Llegué a la conclusión de que para mí todo el mundo es un solo territorio, las fronteras son un invento de los humanos para marcar territorios y generar conflictos, más que otra cosa. También quise lanzar un mensaje artístico por la paz. Georges Didi-Huberman ha escrito un libro que me interesa mucho sobre las semejanzas por contacto, eso es justamente lo que busco: el contacto de las huellas del suelo con el lienzo», concluye