Miguel Hernández sobrevive a sus tópicos

La Fundación Lara publica la biografía del poeta a cargo de José Luis Ferris en el LXXV aniversario de su muerte

08 dic 2016 / 18:04 h - Actualizado: 09 dic 2016 / 00:05 h.
"Literatura"
  • El poeta Miguel Hernández, en uno de sus retratos de juventud. / El Correo
    El poeta Miguel Hernández, en uno de sus retratos de juventud. / El Correo

Hasta ahora, la mejor biografía de Miguel Hernández era la realizada por José Luis Ferris en 2002. Desde este mes, ese honor corresponde a Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta, que no es sino el mismo libro, convenientemente revisado y ampliado, que acaba de ver la luz bajo los auspicios de la Fundación José Manuel Lara.

«La intención fue, desde el principio, que se lea al poeta», explica Ferris. «Que se conozca al poeta beligerante del pueblo, el mismo que ha sido instrumentalizado muchas veces por la izquierda y la derecha; el poeta herido por la muerte de un hijo que le marca de por vida, el poeta en las cárceles, el poeta de El rayo que no cesa y el de los poemas que escribe entre libro y libro... Ese autor, aunque pasen 75 años, sigue dando juego, porque incluso hasta hace diez días han seguido apareciendo inéditos. Regalaba poemas a quien tenía un hijo enfermo, o a quien no veía a su mujer desde hacía mucho, y seguirán apareciendo», agrega.

Entre las nuevas perspectivas que brinda esta edición, Ferris cita por ejemplo el hecho poco divulgado de que dirigiera La Barraca tras Federico García Lorca, o la estancia de Miguel Hernández en Rusia en 1937. «Hay testimonios que aseguran que volvió destrozado, desanimado, con la sensación de que Europa pasaba de España. Lo seguro es que sacó una gran lección de Rusia. Vino enamorado de se pueblo, que lo abrazaba y le decían al oído, en español, no pasarán, y también abrumado con aquellas fábricas enormes... Pero sabía que le enseñaban lo que querían enseñarle. Sin embargo, le arreó un bofetón a un compañero de cárcel que le dijo que los comunistas españoles habían sido un peón geopolítico. No se lo podía creer», explica el biógrafo.

Por otro lado, Ferris ha invertido no pocos esfuerzos en «desescombrar, en quitarle el pedregal de tópicos, el tópico del cabrero, el de pobre... Su padre tenía las mejores cuentas de Orihuela, fletaba barcos y trenes con mezclas de cabras de África. Es cierto que lo quita de estudiar con 15 años, pero eso es una barbaridad, cuando en aquel pueblo los niños solían tener a lo sumo dos o tres años de escolarización. Hablamos de alguien que sabía latín, que traducía a Verlaine. Y que nunca pasó hambre: en su casa solo hubo austeridad», recalca.

Asimismo, Ferris opina que es posible seguir la evolución de la vida de Miguel Hernández atendiendo a su obra. «No escribe un poema sin conectarlo con su vida. Todo es una moneda con dos caras indivisibles, vida y obra», subraya el autor, que ha contado con testimonios desconocidos de gente como Vicente Aleixandre, «quien más lo quiso en vida, quien lo recibió semanalmente en su casa», o de su primera biógrafa, Concha Zardoya.

Pero también se incide en los recelos de Lorca, Cernuda o Alberti, con no pocos pasajes controvertidos. «Hay un momento en que Miguel Hernández se da cuenta de que es rechazado, que hay una parte de la Generación del 27 que no lo soporta. Es la edad de plata de la poesía española, pero sus integrantes eran unos burgueses», dice el biógrafo.

Choque de poetas

«Lorca no aguantaba a nadie a su lado que no vistiera de punta en blanco, ¿qué iba a decir de Miguel Hernández? Llegó a pedir que no se le invitara a las fiestas donde pudiera encontrárselo, aunque para Miguel el granadino era un dios», prosigue Ferris. En cuanto a Alberti y María Teresa León, dice que abandonaron a su suerte a Hernández al final de la guerra y escaparon en un coche a Elda, precisamente a unos kilómetros de Orihuela, sin contar con él. «Cuando salió por primera vez mi biografía, ese capítulo despertó polémica, pero los diarios de Morla Lynch confirman lo que yo contaba», agrega.

Novia de Alberti fue, antes de echarse en brazos de Miguel Hernández fue la gran pintora Maruja Mallo, de quien se dijo que «un cuadro de Maruja Mallo es un soneto de Miguel Hernández, y viceversa. Maruja hizo decorados para ambos, y provocó los dos libros más importantes del XX: El rayo que no cesa y Sobre los ángeles, ambos resultado de crisis sentimentales».

En opinión del biógrafo, ahora toca velar por el legado de Miguel Hernández, y ahí los herederos tienen una gran responsabilidad. «Si una compañía de teatro quiere hacer una obra sobre él, que no se le exijan unos derechos de autor imposibles. Los herederos tienen derecho a cobrar, pero dentro de una lógica», dice. «Cuando Serrat adaptó los poemas de Hernández, su viuda sólo le pidió al cantante un tocadiscos para poder escuchar las canciones».

Para Ferris, en fin, «Hernández es una persona que lucha por un sueño cuando lo tiene todo en contra, empezando por su padre, que no entiende su vocación. Es alguien que, frente a la Generación del 27, parece llegar tarde al tren pero logra subirse al vagón. Y con la poesía de guerra se colocó de maquinista. Es muy difícil hacer lo que hizo él, combinar la calidad literaria y el compromiso. Alberti lo intentó y sólo le salieron panfletos».