Se dice pronto, pero en Montellano llevan cuarenta años apoyando a los nuevos valores del flamenco, con escasos medios y la indiferencia, en general, de los grandes medios de comunicación andaluces. Todo empezó cuando un conocido militar, Juan Mena Díaz, y un grupo de aficionados locales decidieron hacer un festival para aficionados que, en ocasiones, sólo hacían concursos. Era una idea novedosa y tuvo mucha aceptación, en un principio sin ningún tipo de ayuda por parte del Ayuntamiento, aunque luego sí contaron con ayudas. Se trataba de conseguir que buenos cantaores sin mucha suerte o nuevos valores poco conocidos y sin apenas oportunidades tuvieran su noche en Montellano, sin jueces delante para analizarlos o corregirlos y con medios suficientes para que esa noche se sintieran artistas.
El festival funcionó y los medios de comunicación iban cada año. Recuerdo que íbamos todos los críticos y que las emisoras de radio grababan el festival para darlo luego en diferido. Montellano se convirtió en plataforma de lanzamiento de jóvenes artistas. Iban además muchas peñas flamencas, hasta en autobuses fletados para la ocasión, por apoyar la iniciativa y a la Peña Flamenca El Madroñero, organizadora de la cita. Y todo giraba en torno al citado Juan Mena Díaz, un aficionado serio, trabajador y carismático que llegó a ser presidente de la Federación Provincial de Entidades Flamencas de Sevilla, cargo que ocupó con acierto y sin politizar la institución, que eso llegaría años más tarde.
Además del festival, crearon una distinción para estimular también a los jóvenes valores, El Madroño Flamenco, que tienen algunas figuras del cante, el baile y el toque de hoy, desde el guitarrista Antonio Carrión hasta Sara Baras, entre otros. Todo esto hizo que Montellano alcanzara un gran protagonismo en el mundo flamenco, que nunca había tenido porque no es precisamente una localidad de tradición flamenca, a pesar de estar entre Sevilla y Ronda, cerca de Utrera y a un tiro de piedra de Jerez.
Sin embargo, Montellano pudo ir más allá y no lo hizo, quizá por falta de medios o de no saber sacar partido el poder que tuvo, aprovechando el declive de los concursos nacionales. Podían haber convertido a ese pueblo en la primera referencia de la promoción de la nueva savia del flamenco. El festival se sigue celebrando, pero la última vez que estuve había poco público y ningún medio de comunicación o crítico. Digamos que ha dejado de interesar o que tuvo su momento de esplendor y que se sigue haciendo, con escasos medios, por mera tradición. Ya no van tantas peñas flamencas como hace dos o tres décadas y tampoco aparece tanto en los periódicos.
Este sábado se celebra la trigesimonovena edición, con un cartel compuesto, en el cante, por Vanesa González, de El Viso del Alcor; Rocío Luna, de Cañada del Rabadán (Córdoba); y Antonio Ortega hijo, de Mairena del Alcor. En el toque estarán Fernando Rodríguez, de La Puebla de Cazalla, y José de Pura, de Chiclana, ganador este año de El Madroño Flamenco. Y en el baile, Rocío Navarro Benítez, de Villamartín. Todos ellos serán presentados por la periodista local Lourdes Rivas.
Será, como viene siendo habitual desde hace años, en La Carpa, el auditorio municipal, a partir de las diez y media de la noche. Una cita con nuevos valores –algunos no tanto, esa es la verdad–, con los socios de la Peña Flamenca El Madroñero, aficionados montellaneros y de otras localidades. Tiene mucho mérito, desde luego, llevar cuatro décadas en la brecha.