Ayer falleció en Sevilla el gran guitarrista sevillano Enrique Fernández Muñoz, conocido por Quique Paredes, que tuvo que abandonar su carrera artística hace años por un fatídico accidente de tráfico. Había nacido en 1955, hijo del cantaor El Andaluz, que desapareció también hace años, y fue discípulo del maestro sevillano Antonio Osuna, maestro también de otros guitarristas como José Luis Postigo y Manolo Franco, entre otros.
Formado en los tablaos y los festivales, acompañó durante años a grandes maestros y maestras del cante y el baile, y en 1987 sorprendió con su primera obra discográfica en solitario, De ciprés, editada por el sello Pasarela. En 1993 publicó su segundo disco, Amanece el día, que lo confirmaba como un buen guitarrista de concierto, por su gran técnica, aunque brilló siempre más en la faceta de acompañamiento, llegando a acompañar a la gran mayoría de los artistas del cante de este tiempo.
Un grave accidente de tráfico, que casi le costó la vida, le obligó a dejar su carrera artística siendo muy joven, y lo cierto es que cayó en el olvido. Como guitarrista destacó siempre por tener un sonido muy flamenco y brillante a la vez, siendo un verdadero maestro del acompañamiento. Además, era un artista muy querido por su calidad humana, por lo que su muerte ha sido un verdadero mazazo, sobre todo porque era aún muy joven.