Murillo y la memoria pasada y presente

Prosigue el Año Murillo con el gran proyecto expositivo municipal en el Espacio Santa Clara. ‘La Virgen de la Faja’ y obras inéditas en la ciudad del pintor las vemos en diálogo con piezas de La Roldana y Esquivel

06 dic 2017 / 07:58 h - Actualizado: 06 dic 2017 / 09:15 h.
"Cultura","Año Murillo"
  • La exposición ‘Murillo y su estela en Sevilla’ podrá visitarse hasta el 8 de abril. La entrada es libre para los residentes en Sevilla y cuesta 12 euros la entrada general. / Reportaje gráfico: Manuel Gómez
    La exposición ‘Murillo y su estela en Sevilla’ podrá visitarse hasta el 8 de abril. La entrada es libre para los residentes en Sevilla y cuesta 12 euros la entrada general. / Reportaje gráfico: Manuel Gómez
  • Un total de 35 entidades prestadoras han participado en la exposición.
    Un total de 35 entidades prestadoras han participado en la exposición.
  • Se trata de la gran iniciativa expositiva municipal en el marco del Año Murillo.
    Se trata de la gran iniciativa expositiva municipal en el marco del Año Murillo.
  • La obra ‘La Virgen de la faja’ es uno de los grandes reclamos de esta muestra.
    La obra ‘La Virgen de la faja’ es uno de los grandes reclamos de esta muestra.

Lean con detenimiento la siguiente frase: «Pues la imagen es otra cosa que un mero corte practicado en el mundo de los aspectos visibles. Es una impronta, una estela, una cola visual del tiempo al que quiso tocar (...) Es ceniza mezclada y más o menos caliente de varias hogueras». Lo escribió Georges Didi-Huberman en su texto Arde la imagen (2004) y es la reflexión que prologa y resume todo el sentido de la gran exposición municipal que ya ha abierto sus puertas en el Espacio Santa Clara en el contexto del Año Murillo: Murillo y su estela en Sevilla, el proyecto más ambicioso sobre el pintor que podrá verse hasta el 8 de abril y cuya entrada, para los residentes en la ciudad, es gratuita.

En total pueden admirarse 62 piezas entre las que se encuentran algunas de las más importantes del artista barroco, como La Virgen de la Faja, proveniente de un coleccionista privado suizo y que fue propiedad de Montpensier en el Palacio de San Telmo. Alrededor de 600.000 euros se han invertido en la muestra, «un viaje en el tiempo que demuestra la importancia de las imágenes visuales creadas por el maestro sevillano», según el delegado de Cultura, Antonio Muñoz.

Si algo se ha propuesto el Año Murillo es que volvamos a mirar al creador con otros ojos, limpios de tópicos e ideas preconcebidas. Por eso la idea poética de Didi-Huberman –«la imagen es ceniza mezclada de varias hogueras»– adquiere tanto sentido. «Es intención de esta exposición el que podamos entender el poder de las imágenes que creó Murillo a lo largo del tiempo como efecto de la memoria voluntaria e involuntaria, la primera pertenece a los artistas que, intencionadamente, lo que hicieron fue copiar los modelos del sevillano por una cuestión devocional o de gusto; y la segunda es referida al poder que tienen las imágenes de viajar por sí solas gracias a la respuesta de los espectadores, con las sensaciones que generan esas obras en quienes las contemplan», argumenta el comisario de la muestra, el profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, Benito Navarrete.

Gracias a un recorrido dividido en cinco secciones podemos comprender mejor el hecho de que Murillo haya sido uno de los pintores españoles que ha gozado de un mayor poder de impacto en el espectador. «La fortuna y el aprecio trascendió en vida del artista, considerándose un mito viviente por voluntad propia y por la de los que lo encumbraron como el mejor pintor de la ciudad», añade el máximo responsable científico de la exposición.

Entre los múltiples hitos sentimentales del proyecto se encuentra además la Virgen con el Niño, de Palazzo Pitti de Florencia. «Además se han restaurado un total de 14 obras de arte tanto del Ayuntamiento de Sevilla como de otras instituciones sevillanas, nacionales e internacionales», según indicó Muñoz. Así por ejemplo, la Virgen Anunciada y Arcángel San Gabriel, de Antonio María Esquivel, que dormían en los almacenes del Bellas Artes de Sevilla y que, en el futuro, pasarán a estar expuestas en sala tras el proceso de puesta a punto de las obras.

«La exposición pretende demostrar la vigencia de los modelos de Murillo a lo largo del tiempo en cinco secciones que, de forma transversal, comparan sus tipos e interactúan creando diálogos entre la pintura, escultura, dibujo, grabado y fotografía». De esta última se alberga, por ejemplo, la primera fotografía que se tomó en 1860 de la Virgen de la Faja. Y en el apartado escultórico sobresale una imponente miniatura de La Roldana, Niño Jesús y San Juanito, propiedad del Ayuntamiento de Móstoles. Especialmente imponente resulta la Asunción de la Virgen, de Domingo Martínez, préstamo de la Iglesia de la Concepción de los Padres Carmelitas Descalzos de Baeza. También llama la atención la Divina Pastora, de Alonso Miguel de Tovar, uno de los más rendidos admiradores de Murillo y cuya obra ha viajado desde el Museo del Prado de Madrid. El comisario, Benito Navarrete, reconoce su gran aprecio por una de las piezas más singulares que vemos en la muestra, como es La temprana carrera de Murillo, de John Phillip, obra que representa el modesto arranque sevillano de la carrera del pintor, vendiendo sus obras entremezcladas en una imagen de un popular mercado de abastos en la calle Feria, con la Iglesia de Omnium Sanctorum al fondo. En este viaje en el que Murillo se funde y se confunde con quienes lo imitaron y con quienes siguieron sintiendo su influjo en décadas y siglos posteriores también hay que entender la presencia del lienzo La caída de Murillo, obra de 1862 firmada por Manuel Cabral Bejarano con la que ganó el concurso que convocó la Academia de Bellas Artes de Cádiz para inmortalizar la caída del andamio, que acabaría siendo mortal, que sufrió el pintor de Niño jugando a los dados.

La imagen religiosa y las devociones, La fortuna gráfica de sus modelos, Retrato de una sociedad, El espacio privado y los afectos y Murillo después de Murillo son los cinco capítulos que rastrean la estela del artista en esta exposición que ha coordinado 35 entidades prestadoras entre las que se encuentran, además de las ya citadas, la Hermandad de la Galería de los Uffizi de Florencia, el Museo del Louvre de París la Escuela de Diseño de Rhode Island de Estados Unidos y el Santuario de Santa María de Begoña de Bilbao.

«La Iglesia utilizó a Murillo por el poder que tuvo para crear imágenes de Santos, como San Fernando», detalla Navarrete. «No tuvo rival y consiguió crearse una fama que le sobrevivió. Murillo poseyó una capacidad para renovar una estética y crear una nueva y personal que, como una estela, iba a arrastrar su universo creativo como si de supervivencia se tratara a lo largo del tiempo, como ejemplo de su fortuna y arraigo en el subconsciente de los artistas», detalla Benito Navarrete.

Teníamos a Murillo como ese pintor de imágenes dulces y casi siempre devocionales, pero no éramos conscientes de su importancia. Tampoco creíamos que faltaran tantas líneas por escribirse... y por descubrirse. Precisamente una de las grandes aportaciones de este proyecto expositivo es el Retrato del Venerable Fernando de Contreras, que permanecía en el Salón Montpensier del Ayuntamiento hispalense y que pintó Murillo por encargo del canónigo de la catedral de Sevilla Juan Loaysa, colocándose en su Sacristía Mayor en 1673. Ahora luce ejemplarmente restaurado –contextualizado y revalorizado– con ocasión de un Año Murillo que ya tiene en la ciudad las primeras dos muestras; la de los Capuchinos en el Bellas Artes y la que centra estas líneas, en el también remozado (y barroco) Espacio Santa Clara.