Nervio, contraste y armonía

ROSS ****

27 may 2016 / 10:13 h - Actualizado: 27 may 2016 / 10:16 h.
"Música","Real Orquesta Sinfónica de Sevilla"

El joven Emelyanychev no es uno más de los que cada año dirigen a la Sinfónica. Sus múltiples intervenciones en el escenario musical sevillano, con óperas, conciertos de abono y recitales líricos, le han llevado a involucrarse de manera muy activa en nuestro panorama musical, asistiendo incluso como público al concierto que un día antes dio la Conjunta en el Alcázar. El programa de este penúltimo concierto de la temporada se adaptaba perfectamente al nervio y el temperamento del personalísimo director, y el resultado no pudo ser más brillante, con una plantilla reducida para la ocasión, pero volcada en ofrecer lo mejor de sí misma, a pesar del desánimo que les estará provocando la miserable polémica sobre su financiación.

Los dos de los tres divertimenti que Mozart concibió a la manera de cuartetos, determinaron una disposición de la cuerda bastante singular, con primeros y segundos violines enfrentados y cuerda grave centrada, lo que facilitó unas texturas cristalinas, una mejor apreciación del carácter inventivo de las piezas, y unos contrastes notables. La volatilidad y ligereza sin remilgos con la que los abordó Emelyanychev sumó réditos a una interpretación memorable. Mucho menos jubilosa fue la página de Bartók, concebida en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, que en manos del director ruso exhibió más una atmósfera de preocupación que de desasosiego, sin descuidar sus líneas neoclásicas deudoras del concerto grosso, y resolviendo con soltura tanto su aspecto improvisado como su atmósfera mortuoria.

El regreso de Asier Polo al Maestranza se saldó con considerable satisfacción a través del segundo de los conciertos que el Maestro Rodrigo dedicó al violonchelo, treinta años después del primero, el Concierto en modo galante que estrenó Gaspar Cassadó en 1949, precisamente de quien Polo interpretó una pieza de enorme dificultad y preciosismo como propina. Este segundo, como un divertimento, lo estrenó con gran éxito Julian Lloyd Webber, hermano del famoso compositor de musicales, en 1982, y contiene un aroma más folclórico que el primero. Su sencilla orquestación, pensada para no eclipsar al solista, se benefició de unas excelentes prestaciones en metales, celesta, xilofón y flauta, mientras Polo hizo gala de su lirismo, elegancia y sobrada agilidad, especialmente en unas cadenzas de extrema dificultad.