Tuvo talento para serlo. Pero la pintura y sus cuitas le mantuvieron demasiado ocupado como para que Murillo también hiciera suyos los pentagramas. Pero en el año del 400 aniversario de su nacimiento toda gloria es poca. Así que el Festival de Música Antigua de Sevilla (FeMÀS), que dirige Fahmi Alqhai, alcanza su edición número 35 –convertido en el decano de los certámenes ibéricos dedicados a a este género– con el título En homenaje a Murillo. Se celebrará del 2 de marzo al 4 de abril y cuenta con un presupuesto de 480.000 euros que incluye la partida de 40.000 para el ciclo Bajo el signo de Murillo, que se inaugura el próximo jueves y y que contempla siete conciertos gratuitos a cargo de formaciones sevillanas en la Iglesia de San Luis de los Franceses y el Hospital de la Santa Caridad.
En cuanto al FeMÀS, este colaborará este año por tercera vez consecutiva con la beca de la Asociación de Amigos de la Orquesta Barroca de Sevilla, destinada a la educación y promoción de jóvenes músicos historicistas, cuya ganadora ha resultado la clavecinista Irene González Roldán. También un año más se cuenta con la colaboración del Centro Nacional de Difusión Musical, que coproduce los conciertos de Música Boscareccia, La Danserye & Capella Prolationum y Marta Almajano Ensemble, y colabora en la realización de los conciertos de The English Concert, Franco Fagioli & Il Pomo D’Oro y The King’s Consort. Y por primera vez en su historia FeMÀS cuenta con la complicidad del Teatro de la Maestranza de Sevilla que coproduce el concierto de The English Concert programado para el 10 de marzo y en el que se interpretará (en concierto) una de las grandes óperas de Haendel, Rinaldo.
Por otra parte, y clausurando el festival, la Orquesta Barroca de Sevilla ofrecerá los días 3 y 4 de abril en el Espacio Turina, sendos conciertos extraordinarios como conmemoración de la muerte de Murillo, acontecida el 3 de abril de 1682, interpretando el programa de Requiem In memoriam Bartholomaei bajo la dirección de Maxim Emelyanychev. Carlos Mena & Disfonik Orchestra, Accademia del Piacere, Benjamin Alard, Capella Sancta María, Divino Sospiro, Pirineus Ensemble y Nao d’Amores son otros de los nombres propios y formaciones invitados al programa del Festival.
CONCIERTOS GRATUITOSEl ciclo de conciertos Bajo el signo de Murillo programados en el marco del Año Murillo y en fechas inmediatamente anteriores a la celebración de FeMÀS, servirá de introducción a la programación oficial del Festival. Serán ocho conciertos gratuitos, a celebrarse entre el 1 de febrero y el 1 de marzo, en dos emplazamientos patrimoniales privilegiados que son sedes frecuentadas de las actividades del Año Murillo: la Iglesia de San Luis de los Franceses y la Capilla del Hospital de la Caridad. Las invitaciones podrán recogerse desde una hora antes de los recitales, en los que participarán Marizápalos, Vandalia, Andrés Cea, el Ensemble Alfonso Lobo y el Cuarteto Goya, entre otros.
LA OPINIÓN: VIRTUDES, INERCIAS Y HASTA ATONÍA
Tiene Sevilla el Festival de Música Antigua más antiguo de España. También uno de los más considerados a nivel nacional, y no solo por los músicos patrios, a los que se les programa con fruición y devuelven los parabienes con premios de consumo interno. Esto es la fiesta del barroco, y no haría mal la ciudad en creerse, de verdad, la importancia de un certamen como este, fundamental en esta tierra, ¡dónde, si no! Y, sin embargo, al FeMÀS le falta espíritu de festival. Es rotundamente importante en la estructura cultural de la ciudad, pero esta no lo vive al nivel que sí lo hace Granada con su Festival de Música y Danza o Cuenca con su Semana de Música Religiosa. Lo nuestro es un generoso y buen ramillete de conciertos que se arremolinan entre marzo y abril y que, este año, también se ponen al abrigo de Murillo. El Festival 2018 es un catálogo de virtudes –concitar a The English Concert y The King’s Consort, establecer un sólido nexo con el Maestranza, invitar al Cuarteto Mosaïques y al clavecinista Benjamin Alard...– e inercias que se repiten contuzmamente y a nadie parecen estorbarle, con programas que se reiteran, sensación de conciertos que pican allí y allá sin proponer temáticas de verdadero peso, autoprogramación del grupo que lidera el director del certamen y las sempiternas excursiones al jazz y a ninguna parte, con presencia de grupos y artistas que se repiten con demasiada asiduidad, como Uri Caine y L’Arpeggiata. Luego está lo monetario, que si se hace mucho con no demasiado, lo que es indiscutible. Pero hay una cierta atonía que hasta los más entusiastas vienen advirtiendo. Y la nave va...