No es que se interpretara Noche transfigurada de Schönberg, pero en este concierto se evocó la noche en su doble vertiente romántica y misteriosa de un lado, y siniestra y terrible del otro, casi siempre según intervenciones y orquestaciones, transfiguraciones, perpetradas por autores distintos de los originales. Sólo Noches en los jardines de España de Falla se interpretó en su único y original formato. El que quizás sea el mejor y más importante concierto para piano español contó con una lectura muy aseada, prácticamente aséptica, del joven ucraniano Danylo Saienko, ganador del concurso María Canals en 2013, que no se implicó emocionalmente en la partitura, realizando un trabajo rutinario y mecánico, sin magia ni riqueza cromática. Su apatía se prolongó incluso en el aplauso final que ni siquiera agradeció con un bis. Ceccherini arropó con elegancia y pulcritud, pero en los momentos más exaltados llegó a eclipsar el sonido del piano.

La transcripción que hizo Stokowsky en los cuarenta de Soirée dans Grenade, segundo movimiento con ritmo de habanera del ciclo pianístico Estampes de Debussy, mira más a esa atmósfera latina tan de moda en aquella época para acercar culturalmente los dos hermisferios americanos, que al lenguaje propio del compositor impresionista; prueba de ello es el recurrente uso de la trompeta. Por mucho que la interpretación de una técnicamente impecable ROSS fuera flexible e impoluta, la página no lució en exceso. Mucho mejor la orquestación de Marius Constant, autor de la famosa sintonía de la serie de los sesenta La dimensión desconocida, de Gaspard de la nuit de Ravel, más cerca quizás de Debussy que del autor de La valse, pero muy creativa en el uso de la paleta de colores de la que aflora el ingenio inherente a una pieza tan siniestra y amenazante. Batuta e intérpretes estuvieron a la altura y ofrecieron una lectura inteligente, matizada y envolvente.

La espectacularidad de Noche en el monte pelado de Mussorgsky en la habitual versión reescrita por Rimsky-Korsakov, se puso de manifiesto con una orquesta vigorosa y vertiginosa, y una batuta que acentuó sus contrastes dinámicos y rítmicos, sin resultar sobrecargada, resaltando sus aspectos más intensos y melodramáticos, sin provocar en ningún momento sensación de caos.