Que Cádiz es la tierra de la gracia, el compás y el salero, es algo sabido desde hace siglos en todo el mundo. Pero que es algo más que eso, lo saben menos personas. Tres mil años de historia dan para mucho y el flamenco, que ya movía las alas hace dos siglos en esa ciudad, no se podría entender sin la Tacita de Plata. El Planeta, Lázaro Quintana, Cantorales y Ortegas, La Mejorana y Paquirri, el Maestro Patiño, Curro Dulce, El Mellizo, Ignacio Espeleta, Fosforito el Viejo, Habichuela, Macandé, Aurelio, Pericón, La Perla, Chano, Mariantia Cornejo... Y hoy, El Junco, David Palomar, Roberto Jaén, Riki Rivera...
Llevaba muchos años sin ver un espectáculo tan gaditano, con tanto talento concentrado, arte y gracia a raudales. Pero destacaría sobre todo el talento, eso que pocas veces se destaca en Cádiz, donde la gracia y la ojana lo inundan todo. Talento, sí, desde la idea y el guión de Riki Rivera hasta las últimas pinceladas de los cuatro artistas, que son cuatro genios o duendes y que en cualquier otra parte del mundo estarían forrados. Aquí, en la Tierra de María Santísima, El Junco aún no ha tenido espectáculo propio en la Bienal, siendo lo buen bailaor que es y, sobre todo, un artistazo de cuerpo entero, con unas cualidades únicas para la interpretación lo mismo cuando baila que cuando habla o canta.
A ¿Qué pasaría si pasara?, que así se llama esta obra estrenada en Madrid, no le falta de nada. Es hasta ácida, con veladas críticas a los críticos –bueno, solo al cincuenta por ciento de la canalla-, flamencólogos, investigadores y artistas lunáticos. El repaso que le dan a Antonio Mairena y su razón incorpórea, es de una gracia increíble, pero con puyazo en el morrillo. Eso sí, sin faltarle el respeto al gran maestro de los Alcores, quien de haber estado en el teatro se le habrían visto los dientes de oro, porque le gustaba el ángel. Otra cosa serán los mairenistas, que algunos había en el teatro. Alusiones a Caracol, Chano, Valderrama, Camarón..., en una sesión de güija tremenda.
Genial la parte en la que hablan del duende, donde David Palomar está para sacarlo a hombros. Duende que al final encuentra en un bosque, dónde si no. Pero que luego nos enseñó en una tanda de soleares de El Mellizo, Paquirri y El Chozas de Lebrija, francamente buena. No fue ninguna sorpresa porque este cantaor ya ha demostrado muchas veces que canta bien. Lo fue más, al menos para mí, Riki Rivera, cantando, tocando la guitarra –vaya pieza que se marcó en solitario-, y actuando. Un verdadero talento gaditano, sin duda. Como lo es igualmente Roberto Jaén, el hermano percusionista de El Junco, que también baila, canta y actúa con desparpajo. Y, sobre todo, está sembrado.
Dos horas de espectáculo y el público, que llenó el Central, los despidió en pie. No era para menos, porque fue para quitarse el sombrero. Si en Flamenco viene del Sur fueran capaces de programar con más talento, otro gallo le cantaría a este ciclo. Lo de anoche fue increíble. Viva Cádiz.
Destacar, por último, el gran trabajo de Ana López Segovia como directora de escena, algo fundamental para el éxito de una obra como esta.
La ficha
Ficha técnica: Flamenco viene del Sur. ¿Qué pasaría si pasara? Artitas invitados: El Junco, David Palomar, Riki Rivera y Roberto Jaén. Bailaora invitada: Susana Casas. Idea original y guión: Riki Rivera. Dirección artística: Ana María López. Entrada: Lleno. Sevilla, 13 de marzo de 2018. Calificación: *****