Este año el Festival de Cine de Sevilla está apostando mucho por películas que nos hablan directamente del drama de la inmigración, especialmente importante ahora que los controles en Europa se han endurecido tanto, sobre todo en países como Austria, donde transcurre la durísima historia de dos mujeres, una de ellas jovencísima, obligadas a practicar la prostitución para pagar la deuda con quienes las han traído a occidente con la promesa de una vida mejor. La directora austriaca de origen iraní Sudabeh Mortezai apuesta por rodar la película con un estilo visual próximo al documental pero un tratamiento narrativo propio de la ficción, utilizando para ello a quienes parecen ser las protagonistas reales de esta trágica historia, o al menos han vivido una similar. El triste viaje arranca en Nigeria con un ritual entre supersticioso y religioso grabado con tanto realismo que uno se pregunta por qué todavía es necesario maltratar a los animales con todos los recursos técnicos y elípticos que hay para evitar tal sufrimiento. Vamos, que asistimos a una denuncia social para encontrarnos de partida con un atentado contra los animales, todo un contrasentido. Sirve este ritual salvaje para meter el miedo en el cuerpo a una joven a punto de emigrar, asegurándose así el pago de su deuda. Algo así como lo que ha hecho nuestra Iglesia durante siglos para controlarnos y mantener el poder. A partir de ahí las mafias y las madames, que antes sufrieron el mismo tormento, se aseguran de dominar a estas esclavas del placer, sin que el film escatime en situaciones duras e insoportables. Sólo hay una pequeña felicidad en el paradójico nombre de la protagonista, Joy (Alegría), y las reuniones de las explotadas viendo culebrones en la televisión o bailando al son de videos machistas de música pop africana. Incluso las familias de las desgraciadas prostitutas se aprovechan de su destino. Aquí no hay visita a una boutique de Rodeo Drive para mejorar la imagen, como en Pretty Woman, sino una visita al salón de belleza marginal del barrio para dar más glamour barato y hortera a la profesión más antigua y denigrante de la historia. Todo discurre así según las coordenadas habituales del género, hasta que llegamos a una terrible conclusión que no deja resquicio para la esperanza. Hubiésemos preferido que se cerrara con algo de luz, pues tratándose de un tema tan delicado y tan de actualidad, lo último que podemos hacer es condenar a sus víctimas a la oscuridad y la injusticia. Claro que de esta forma se menguaría la crítica que merece nuestra sociedad, a su hipocresía y su sinrazón, a ese equilibrio que nos hemos construido y que desde la comodidad de nuestra butaca no podemos ni queremos permitirnos perder.
JOY **
Austria 2018 99 min.
Guión y dirección Sudabeh Mortezai Fotografía Klemens Hufnagl Intérpretes Joy Alphonsus, Marian Precious Sanusi, Angela Ekeleme Estreno en el Festival de Venecia 3 septiembre 2018; en Austria 19 enero 2019