Que siga la música y que siga el baile

La La Land es seductora y fascinante, tan sincera que produce una magia cristalina, fluida y luminosa que termina por emocionarnos.

14 ene 2017 / 11:00 h - Actualizado: 14 ene 2017 / 11:04 h.
"Cine"
  • Que siga la música y que siga el baile

Whiplash (2014), el debut como director de Daniel Chazelle se convirtió en el momento de su estreno en toda una sorpresa cinematográfica y en un éxito con toda regla para una ópera prima y para un director novel. Méritos refrendados en Sundance, Valladolid, los Bafta, los Globos de Oro y los propios Oscar de Hollywood que la premiaron con tres estatuillas rindiéndose a su enérgica y atractiva propuesta cinematográfica. La trama se centraba en un joven y cultivado músico de jazz que veía condicionada su ambición por un maestro inflexible y poco ortodoxo. La música era el componente esencial y se convertía en el eje motor y al mismo tiempo en el catalizador del conflicto. Justo dos años más tarde, Chazelle confecciona con forma de musical la compleja y desequilibrada relación que se establece entre Mia, una joven e inteligente aspirante a actriz y Sebastian, un soñador y talentoso pianista de jazz. La La Land relata en poco más de un año los deseos y anhelos de triunfo de ambos con la emblemática ciudad de Los Ángeles de fondo. Si la fantástica y romántica relación de la pareja la escribe el director con sutil poesía y reminiscencias de obras de realizadores como Demy, Coppola o Minnelli, la frustración y la dificultad para conseguir la aspiración personal recuerda más al trabajo del neoyorkino Woody Allen en su reciente Café Society (2016). En las dos se goza del idilio y se sufre las consecuencias de las elecciones: en la de Allen por elegir a la persona errónea y en la de Chazelle el alcanzar los sueños de una manera diferente a la deseada. En ambos casos al final se produce la ruptura y un distanciamiento de la pareja narrada de forma casi idéntica: una a través de un sutil y genial encadenado y la otra a través de un emotivo número musical para saber la vida que Mia y Sebastian hubieran tenido si las cosas hubiesen sido de otro modo. Distanciadas también por su tratamiento fílmico, la de Allen posee una puesta en escena estilizada y clásica mientras de la de Chazelle es un virtuoso ejercicio fílmico capaz de mezclar lo real con lo digital sin estridencias y sin desentonar en un todo homogéneo con carácter y estilo propio. A las mágicas y excitantes interpretaciones de Emma Stone y Ryan Gosling en un trabajo complejo y arrebatador hay que sumar la excelente música del compositor Justin Hurwitz. Comparten nostalgia y melancolía pero La La Land es seductora y fascinante, tan sincera que produce una magia cristalina, fluida y luminosa que termina por emocionarnos.

La La Land, La ciudad de las estrellas ****

Estados Unidos 2016 127 min.

Dirección Daniel Chazelle Intérpretes Ryan Gosling, Emma Stone, J.K. Simmons, Rosemarie de Witt, John Legend.

Comedia romántica