Querido Dave, querido Bryan

Piermario Salerno lleva su obra unipersonal ‘Amor en guerra’ a La Cuadra de Salvador Távora

04 dic 2016 / 18:04 h - Actualizado: 05 dic 2016 / 07:00 h.
"Teatro"
  • El actor y director italiano afincado en Sevilla Piermario Salerno. / El Correo
    El actor y director italiano afincado en Sevilla Piermario Salerno. / El Correo

Todo comenzó con una carta. Una carta melancólica y apasionada driigida por el teniente Bryan Keith al soldado Dave Patterson y que guarda la Biblioteca del Congreso de los EEUU. Sobre esta inspiración, Piermario Salerno ha construido Amor en guerra, una obra teatral para un solo actor que él mismo representará el día 16 de este mes en La Cuadra, el teatro de Salvador Távora, y que es, según explica su autor, el fruto de una inevitable pulsión personal. «Amor en Guerra ha nacido en un periodo muy complejo de mi vida, donde todo se tambaleaba y no tenía certeza ni del futuro ni del presente», confiesa. «Es una necesidad que ha salido de mis entrañas, la necesidad de darle cuerpo a todo lo que yo soy y lo que quiero ser como actor y como persona».

La pantomima y las variaciones de voz de Salerno bastan para convertir en una representación coral el esfuerzo de una sola persona. Más o menos igual que en la realidad, porque, a decir verdad, la carta en la que se sustenta este empeño dramático del italiano no llegó nunca a su destino. El teniente Keith la escribió como el recordatorio de un encuentro fortuito que acabaría marcando su vida. En ella rememoraba aquel feliz paréntesis de 1943 en el que, tras derrotar en primavera al colosal batallón de los temibles tanques Panzer del Afrika Korps alemán, en pleno desierto, millares de soldados estadounidenses se tomaban un descanso, llenando bares, cafés y teatros por las callejuelas de Orán, Bengasi, Argel y Casablanca.

Entre otros ardientes párrafos de su misiva, Bryan escribe: Bebimos en el Coq d’Or, cenas en el Auberge, un anillo y una promesa hecha. Son recuerdos de una noche en que llovía a cántaros y de dos soldados empapados bajo un árbol solitario en la planicie africana. La actuación ante la primera acorazada, moscatel, whisky, vino. De alguien que tuvo que ser llevado a rastras desde la camioneta hasta la cama de su tienda. De un descapotable francés prestado. De una fuente termal, la frescura mediterránea y un picnic hecho a base de raciones y coca-colas calientes. Dos tenientes lo suficientemente listos para entender lo que pasaba, pero no lo suficientemente inteligentes para darse cuenta de que queríamos estar solos. Un pianista excéntrico, rivalidad, días miserables y noches solitarias. Recuerdos de una noche fría y con viento en que nos metimos en un teatro para soldados y nos quedamos dormidos en un cobertizo detrás del escenario, los dos atrapados entre nuestros brazos, y recuerdos del impacto que nos produjo despertarnos y ver que milagrosamente no nos habían descubierto. Un paseo rápido a un acantilado sobre el mar. Fotografías tomadas, y una parada entre las uvas moradas y las hojas frescas de un viñedo. Para concluir luego su carta en los siguientes términos: Un cálido adiós en una playa apartada bajo el aterciopelado cielo plagado de estrellas de una noche africana y las lágrimas que no cesaban mientras estaba sobre el muelle y veía tu convoy alejarse en el horizonte. Prometimos que estaríamos juntos al volver a casa, pero el destino sabía más que nosotros. Nunca volviste. Y por ello, Dave, espero que allá donde te encuentres estos recuerdos sean tan preciosos para ti como lo son para mí.

La carta, publicada en 1961 en la revista de temática gay ONE Magazine, se utilizó en 2010 para apoyar a la campaña a favor de los derechos del colectivo de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales en el ejército de EEUU que acabó el 22 de diciembre de 2010 con la derogación de la ley Don’t Ask, Don’t Tell. Ello ha influido asimismo en la obra teatral de Salerno, que aparte de su tonelaje dramático tiene ritmo, intriga, humor, según explica él. Y sobre todo, un posicionamiento personal. «La historia de Bryan y Dave se enriquece con mi punto de vista sobre muchos temas relativos a la homosexualidad, al significado de masculinidad, a la homofobia y mucho más. En esta obra, el amor está en lucha contra cualquier cosa se le oponga, consciente de que es lo único que sobrevivirá en un mundo destruido por el miedo, el poder y la guerra».

Como subraya Piermario Salerno, en este montaje de sesenta minutos de duración «el actor interpreta a todos los personajes, utilizando una infinidad de tonos de voz y de construcciones físicas, que conducen al espectador en un mundo siempre diferente y variopinto. El ritmo bien definido y la invitación a la fantasía hacen de Amor en guerra una interesante pieza de teatro gestual, con tintas fuertes y con momentos divertidos, sostenida únicamente por el trabajo del actor, renunciando totalmente a la escenografía en favor del trabajo físico y vocal».