«Quiero llegar a poseerla como el personaje y la obra se merecen»

Ana Fernández estrena en La Fundición ‘El lunar de Lady Chatterley’

09 ene 2017 / 14:11 h - Actualizado: 09 ene 2017 / 21:19 h.
"Teatro"
  • La actriz sevillana Ana Fernández, en el cartel de ‘El lunar de Lady Chatterley’, en La Fundición. / El Correo
    La actriz sevillana Ana Fernández, en el cartel de ‘El lunar de Lady Chatterley’, en La Fundición. / El Correo
  • Ana Fernández, en un momento de la interpretación de Constance Chatterley.
    Ana Fernández, en un momento de la interpretación de Constance Chatterley.

Ver a Ana Fernández a solas en el escenario interpretando a Lady Chatterley es una buena razón para amar el teatro. «Además es el estreno absoluto de esta obra, y en mi ciudad. Puedes imaginar mis nervios y mi emoción», cuenta. De jueves a domingo, a las 20.30 en La Fundición y bajo la dirección de Antonio Gil, la actriz se mete en la piel de uno de los personajes más carismáticos de la literatura universal con El lunar de Lady Chatterley. El guionista, el polifacético y exitoso Roberto Santiago, le ha bordado para ello un texto en el que asume el reto de dar continuidad a un personaje que había quedado perfectamente trazado en la novela de D.H. Lawrence. «Lo que hace aquí Roberto Santiago es darle una nueva dimensión al imaginar qué pudo ocurrir después de que acaba la novela. De esta forma vemos con precisión qué es lo que se juega en el libro. Lo que le preocupa a Sir Clifford, su marido, y por extensión a la sociedad de su época, no es tanto el asunto sexual, como la puesta en cuestión de la posición de la mujer de, la reivindicación de una mujer como tal y, lo que es más importante, que una persona, una mujer en este caso, defienda a ultranza su individualidad, sus deseos, su identidad, su cuerpo, su voz, su dignidad; que en el fondo es lo único que tenemos si no renunciamos a ello. Y quizá por primera vez, ese ser humano, símbolo de la emancipación más allá de los géneros, es incorporado por una mujer».

«Creo que uno de los grandes hallazgos de Roberto –prosigue Ana Fernández– es haber prolongado la novela y con ese juego contarnos la esencia del libro. Es curioso, no hace falta haber leído la novela para entender la obra perfectamente. Hay también un hallazgo del autor en torno al lenguaje. Para Constance Chatterley los adjetivos son un espacio para los matices, para la flexibilidad, para la libertad en definitiva, frente a los sustantivos que limitan, que atan. Espléndida idea». El autor es conocido, entre otras cosas, por su versatilidad: desde escribir los libros de Los futbolísimos que está narrasando entre los niños hasta pelear por el Goya o revisitar clásicos en el teatro. «Cuando lo leí la primera vez desde esa perspectiva me pareció de una inteligencia sorprendente. Una actriz definiendo y defendiendo un personaje tan inteligente, tan rápido en sus reacciones y argumentaciones, tan valiente.... Todo un desafío. Pero, estos retos son los que me gustan y los disfruto. Cuando Antonio Gil leyó el texto, le gustó tanto como a mí y le pedí que me dirigiera. Como sabéis es el actor más internacional que tenemos en España. Ha trabajado con Peter Brook, Simon McBurney o Dan Jemmett, actuando regularmente en teatros como el Royal National Theatre de Londres, el Théâtre de la Ville de París, el Lincoln Center de Nueva York o el Centro Dramático Nacional de Madrid. Además de sentir una gran admiración por toda su trayectoria, nos conocemos desde que nos iniciábamos en esto y le tengo mucho, mucho cariño. Y juntos, afrontamos los diferentes desafíos: es un espectáculo de una sola actriz, se enfrenta a un tribunal, el texto tiene mil lecturas y matices que vamos descubriendo en un análisis de texto exhaustivo, tiene una progresión dramática trufada de ironía bastante explícita, afronta temas que hasta hoy pueden ser transgresores... Leído seguido es como para asustar. Pero vamos allá. Y fuimos».

«Y lo que me emociona podría sintetizarse en su humanidad, de la que ella habla en la obra. Es lo que yo busco en los personajes que interpreto: mujeres que son normales, de las que vemos todos los días, pero que en situaciones excepcionales se convierten en seres extraordinarios. Cuando deben enfrentarse a un entorno hostil sacan lo mejor de su esencia, de su dignidad como seres humanos y lo llevan hasta las últimas consecuencias. Este tipo de heroicidad habitualmente corresponde a personajes masculinos. En este caso es una mujer la que lo encarna y esto también es excepcional en nuestra cultura, ya sea cine, literatura o teatro». Ahora no quiere pensar en nada que no sea El lunar de Lady Chatterley. Antonio Gil le ha pedido que le saque toda su humanidad, toda su sinceridad. «Quiero llegar a poseerla, a disfrutarla como ese personaje y esta obra se merece», dice ella.

Cuando se le pregunta qué tendría que pasar en España para que el teatro dejara de sufrir tanto, la artista alude a la potenciación de las salas, pero no solo. «Es impresionante el trabajo que están haciendo tanto en el terreno de la creatividad como en el de la producción. Sin embargo, no debemos aceptar el discurso institucional según el cual todo está muy bien. Porque una de las consecuencias de esta situación es que la precariedad en el trabajo cultural se está instalando como lo habitual. No puede ser que a quien se esté exprimiendo de manera insoportable sea a los creadores y trabajadores de la cultura. ¿Cómo afrontar esta situación? Pues, no creo que sea sencillo. Es compleja la salida. Por un lado, es evidente que el famoso IVA cultural ha provocado desastres en todos los ámbitos, pero además haría falta desarrollar los que se ha venido en llamar el Estatuto del Artista, analizando sus condiciones de trabajo y desarrollo profesional; por otro lado, la tantas veces prometida Ley de Mecenazgo que permitiría exenciones fiscales para la inversión en cultura, y finalmente, sí, la involucración del público en las diferentes áreas, asumiendo que la cultura no es gratis, que tiene un precio y que hay unos trabajadores detrás que viven o intentan vivir de su trabajo. Pero para llegar a esto, habría que empezar en paralelo también por la educación, con una potenciación de las humanidades, justo lo contrario de lo que se está haciendo».