¿Regalar arte es caro y móviles no?

La galería sevillana Weber-Lutgen pone en marcha ‘Happy New Art’: obras de arte asequibles para el público en general con idea de acabar con el tópico elitista

28 dic 2015 / 09:00 h - Actualizado: 28 dic 2015 / 09:01 h.
"Arte"
  • Un momento de la inauguración, estas Navidades, de la iniciativa ‘Happy New Art’ en la galería Weber-Lutgen. / El Correo
    Un momento de la inauguración, estas Navidades, de la iniciativa ‘Happy New Art’ en la galería Weber-Lutgen. / El Correo

Excluir el arte de los regalos navideños ha sido siempre uno de los desconsuelos tradicionales del sector, entre crisis de un tipo y crisis de otro, más que por falta de gusto y de criterio del vecindario. Pero hartos de que las cosas tengan que ser así y dispuestos a acabar con esa costumbre que es una especie de condena –al fin y al cabo, qué cuesta el arte que no cueste un móvil–, en la galería Weber-Lutgen han vuelto a plantar cara y a formular una oferta diferente que acabe con ese estado de cosas.

Hasta el 8 de enero, en dicha sala de la calle Fray Diego de Cádiz se presenta para estas fechas Happy New Art: ofrecer obras originales de los artistas de su galería a unos precios asequibles que faciliten ser adquiridas sin sufrimiento de los bolsillos. Trabajos a partir de los 40 euros, de todos los estilos, técnicas y soportes en pequeño y mediano formato.

Para esta ocasión la galería se ha organizado en torno a tres espacios con sus diferentes expositores: las paredes para la obra mostrada de forma convencional, una mesa expositora para ver de pie los grandes formatos manipulándolos (con guantes) dentro de sus carpetas y un sofá para poder contemplar los formatos más pequeños, hojeándolos y manipulándolos con tranquilidad ya que se encuentran protegidos en fundas transparentes. En la mesita anexa se ofrecen mantecados, polvorones y hojaldrinas así como termos de infusiones calientes diversas.

Los trabajos varían mucho entre si. Desde la poesía visual que impregnan las cajitas de Jesús Algovi o Bartolomé Ferrando, la atmósfera onírica de las fotografías de Alessandra Favetto, el elogio de la memoria y la materialidad de Teresa Ribuffo, pasando por la anécdota de la pintura realizada con el cuerpo de las gynemetrías de María AA, o la ironía de la construcción del género masculino de Iván Tovar, la potencia gráfica de las tintas de José L. Luzardo, José María Larrondo y Reynaldo Loyola y los grabados de Dieter Zurnieden para llegar al sincretismo de Fernando Millán, Lourdes Murillo o Ana Quesada Cerezo.

Obras para tener en casa, en la oficina, para regalar, que es lo que se lleva en estas fechas dizque tan entrañables. Para darse un capricho, para acostumbrarse a la idea de que el consumo del arte no es para unos pocos privilegiados, sino del que se da a sí mismo la oportunidad de disfrutarlo. Un paseo por la exposición puede servir como ruptura con esa fea tradición. El arte tiene esos privilegios.