¿Renace el interés en España por los tablaos flamencos?

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
28 abr 2017 / 11:03 h - Actualizado: 28 abr 2017 / 11:05 h.
"Flamenco","La Gazapera"
  • Espectáculo flamenco en el tablao de la Casa de la Guitarra. / El Correo
    Espectáculo flamenco en el tablao de la Casa de la Guitarra. / El Correo

Se habla de la época de oro de los tablaos flamencos y casi todos los estudiosos, críticos y aficionados se refieren a los años sesenta y setenta, tanto en los de Andalucía como en los de Madrid o Barcelona. Pero hay quienes empiezan a hablar bien de los de esta época, como que hay un renacer de los tablaos en todo el país y que no son solo locales para turistas, sino también para aficionados nacionales a los que les gusta pasar un buen rato disfrutando del flamenco actual.

Si miramos los carteles y programas de los tablaos de los sesenta y setenta podemos comprobar que había grandes artistas tanto en Sevilla como en Madrid. Zambra o Los Canasteros, este último propiedad de Manolo Caracol, no solo eran locales madrileños para el disfrute de los aficionados, sino verdaderas escuelas para jóvenes talentos. En Zambra estuvieron durante años maestros como Pepe el de la Matrona, Juan Varea, Bernardo el de los Lobitos o El Gallina. En este tablao se formaron jóvenes como Enrique Morente, discípulo de estos maestros, o Miguel Vargas, ambos ya fallecidos.

Los Canasteros, que estuvo en la calle Barbieri, significó mucho para los artistas de aquel tiempo, porque estar en la casa de Caracol era un lujo. El maestro sevillano lo montó cuando empezaba a pensar en un retiro y él mismo se encargó de que pasaran por su escenario los mejores del momento, entre otros, la Paquera de Jerez, María Vargas y jóvenes que destacaban, como Pansequito o Camarón, o el guitarrista Paco Cepero.

Cuando se habla de los tablaos de Sevilla, el primero que sale a relucir es El Guajiro, que estuvo en lo que hoy es la calle Salado, un local que merecería todo un libro, por lo que significó en su momento. Artistas, entonces muy jóvenes, como Matilde Coral, Rafael el Negro, Farruco, Perrate de Utrera, Alejandro Vega o Terremoto de Jerez, se foguearon en este histórico tablao. Existía también entonces El Patio Sevillano, el antiguo, que estuvo en El Duque, y más tarde se fundó Los Gallos, en el Barrio de Santa Cruz, que todavía existe. Todas las grandes figuras de los sesenta y setenta pasaron por estos locales.

Tuvo mucha fama La Cochera, donde actuaron Los Bolecos, el trío formado por Matilde Coral, Farruco y Rafael el Negro, que hizo historia, y rompió una jovencísima Manuela Carrasco. Más tarde, el gran bailaor de Triana Curro Vélez abrió el Tablao El Arenal en la céntrica calle Rodo, que existe todavía y que es de los de más solera de la ciudad, actualmente regentado por el hijo de Curro Vélez, Fran, que sigue la línea de su padre.

Estos tablaos empezaron a decaer –algunos, a desaparecer–, cuando tomaron fuerza los festivales de verano y hubo más trabajo para los artistas, que pasaron de ganar un sueldo a cobrar cachés inalcanzables para los tablaos. La llegada de la Bienal y ciclos en algún que otro teatro, restaron protagonismo a estos locales, quedándose solo para el turismo.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, quizá por la gran demanda que hay de flamenco, parecen renacer. Y no solo eso, sino que se han creado nuevos tablaos, sin desaparecer clásicos locales como Los Gallos, El Patio Sevillano o El Arenal. Ahí están La Casa de la Memoria, en la céntrica calle Cuna; el Palacio Andaluz, el Museo del Baile de Cristina Hoyos, La Casa de la Guitarra, el Álvarez Quintero o Flamenquería, además de alguna que otra sala más comercial donde unas veces se da flamenco y otras, otros tipos de espectáculos.