Sundance celebró el pasado invierno esta película otorgándole el premio al mejor director, mientras en el Festival de Edimburgo logró el de mejor película británica. El producto no es para tanto; no se trata sino de una revisión del romance homosexual en un ambiente rural en principio nada propicio para salir del armario. Films como el vasco Ander el uruguayo Contracorriente ya se aproximaban al tema en un ambiente similar, mientras Brokeback Mountain se convertía en el máximo exponente sobre el tema gracias a la dirección delicada de Ang Lee y las magistrales interpretaciones de sus protagonistas. La de Francis Lee se apoya en arquetipos reconocibles, como esa celebración de la masculinidad plena, libre de plumas y amaneramientos, y convenciones propias de un guión que avanza a fuerza de imposturas muy reconocibles. No obstante acierta a centrarse en los comportamientos de sus protagonistas más que en su repercusión social. Se deja ver con agrado, conteniendo algunas secuencias cargadas de acertada ternura, mientras funciona como docudrama sobre el duro trabajo en una granja, y cumple una vez más acercando a todos los públicos la visibilidad de unas relaciones sentimentales que también se dejan ver con asiduidad en exitosos programas de televisión de citas a ciegas. Y como lo que se lleva es combinar temáticas, no falta en este nuevo Reino Unido del brexit, la llamada a la dignidad y la puesta en valor del inmigrante y su importancia para el progreso y la mejora de nuestro propio sistema.
Tierra de Dios **
S. Oficial. Reino Unido 2017 104 min.
Dirección: Francis Lee Intérpretes: Josh O’Connor, Alec Secareanu, Gemma Jones, Ian Hart