El impagable trabajo que realiza Juventudes Musicales en Sevilla, descubriéndonos nuevos valores de la interpretación y proporcionándonos un ciclo estable de música de cámara, se corona cada temporada trasladándose a la Real Maestranza de Caballería, en cuyas instalaciones tiene lugar el Festival de Primavera.
Este año se ha cerrado con un íntimo recital de flauta y piano a cargo de una hija y una madre que van acercando a cada público al que se presentan un ramillete de hermosas melodías del cine italiano, del que tantos buenos maestros han aflorado a lo largo de los tiempos. El problema es que la exposición es tan plana y sencilla, con arreglos que apenas se conforman con la base melódica, sin añadir nada nuevo ni aprovechar las posibilidades de los instrumentos para generar ornamentaciones y cadencias, que bien podría servir para ambientar el lobby de un hotel.
Salvemini controla el instrumento y es capaz de abordar una amplia gama de registros, si bien acusa algún defecto de fiato; el acompañamiento de Libardo es más armónico que contrapuntístico, con puntuales fallos de digitación. No podían faltar a la cita Nino Rota y Ennio Morricone, cuyo tema principal de La leyenda del pianista en el océano fue el mejor resuelto en materia de compenetración y expresividad. Trovajoli, habitual compositor de Ettore Scola, Cipriani y su celebérrimo Anónimo Veneciano, los oscarizados Piovani (La vita é bella) y Bacalov (El cartero y Pablo Neruda), y dos temas también cortos y amenos del hermano de la flautista, completaron el programa.