Sevilla, cuna de músicos imperecederos

Autores ilustres. Muchos sevillanos de todos los tiempos se encuentran en la lista de oro de compositores españoles más laureados

20 jun 2017 / 21:29 h - Actualizado: 20 jun 2017 / 21:29 h.
"Día Europeo de la Música"
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  • Joaquín Turina.
    Joaquín Turina.

España no puede competir en cantidad y calidad de compositores con otros países de nuestro entorno europeo. Italia, Francia, Austria, Polonia, Hungría o Reino Unido, por citar algunos, sobrepasan la aportación que desde aquí hemos hecho a la música comúnmente denominada clásica. Sin embargo, de entre todas las ciudades españolas, Sevilla puede sentirse orgullosa de haber visto nacer a muchos de nuestros grandes compositores. Trataremos de destacar en este breve espacio los nombres de algunos de esos destacados creadores musicales.

Con la importancia que la ciudad cobró en pleno Renacimiento como puerto y enlace entre Europa y el Nuevo Mundo, Sevilla vio nacer a grandes artistas en el siglo XVI, entre ellos dos de los tres autores imprescindibles de la época, aquí y en toda Europa: Cristóbal de Morales, Francisco Guerrero y Tomás Luis de Victoria. En una ciudad tan consagrada a la Iglesia y la santidad, con hospitales con nombres de vírgenes y aeropuertos y estaciones ferroviarias con nombres de santos, ser músico y sacerdote ha sido algo común incluso en fechas muy recientes, y haberse formado en la Catedral, algo muy recurrente. Morales y Guerrero compartieron esta doble vocación, y se convirtieron en representantes fundamentales de la escuela polifonista andaluza. Ambos se formaron en el Coro de Niños de la Catedral y fueron alumnos de Pedro Fernández de Castilleja. Morales cruzó la música tradicional española con influencias de Josquin Desprez y Johannes Ockeghem. A pesar de su carácter difícil, exigente y arrogante, atesoró una profunda espiritualidad e incluso llegó a influir en Palestrina. El conservatorio de la calle Jesús del Gran Poder lleva su nombre. Por su parte, Guerrero llegó a ser maestro de capilla de la Catedral de Jaén con sólo diecisiete años, y sucedió a su profesor, Morales, en la de Málaga. Compuso mucha obra profana y populares canciones y villanescas, llegando a ser maestro de capilla de la Catedral de Sevilla. Vivió en Italia, pisó la cárcel por deudas contraídas tras la publicación de sus obras, y murió a causa de la peste. Otro conservatorio, el de la Avenida Ramón y Cajal, porta su nombre.

Entre el Renacimiento y el Barroco destaca Francisco Correa de Arauxo, compositor, organista y también sacerdote que mantuvo una relación tormentosa con la catedral hispalense, refugiándose en la de Jaén. Fue autor de gran variedad de tientos y canciones, destacando su obra teórico-práctica Facultad Orgánica, publicada en Alcalá de Henares en 1636. También Manuel Blasco de Nebra fue sacerdote y organista, del que apenas ha sobrevivido una sexta parte de su producción. Javier Perianes grabó hace unos años un álbum con sonatas para teclado suyas que siguen el modelo de Domenico Scarlatti, muy vinculado también con la ciudad. Manuel del Pópulo Vicente García es quien mejor representa el espíritu del clasicismo en Sevilla, si bien su carrera la desarrolló fundamentalmente en París y América. Fue cantante, compositor, empresario operístico y maestro de bel canto, además de uno de los personajes más influyentes de la ópera del XIX y tenor predilecto de Rossini. Padre de una estirpe musical que incluye a sus hijas María Malibrán y Pauline Viardot, recientemente se han recuperado títulos suyos como El Califa de Bagdad, La muerte de Taso, La isla deshabitada o Un avvertimento ai gelosi.

Bien entrado el siglo XIX destacan en Sevilla compositores de marchas procesionales como Vicente Gómez-Zarzuela (Virgen del Valle), autor también de la ópera El peregrino, con libreto de los hermanos Álvarez Quintero. Manuel López Farfán compuso la emblemática Pasan los campanilleros. Gerónimo Giménez es quien mejor representa a la zarzuela en nuestra capital, con títulos imprescindibles como La Torre del Oro, La boda de Luis Alonso o La tempranica. Manuel López Quiroga, más conocido como maestro Quiroga, formó junto a Antonio Quintero y Rafael León el popular trío responsable de coplas como Tatuaje, María de la O, Ojos verdes o La zarzamora. Mientras Manuel Font de Anta fue fundador de la Banda Municipal de Sevilla y compuso marchas famosas como La Caridad o Soleá dame la mano, además de numerosa música de cámara, piano y orquesta.

Joaquín Turina es sin duda nuestro compositor más relevante en la era moderna, un destacado representante del nacionalismo musical de la primera mitad del siglo XX, junto a Falla y Albéniz, a quienes conoció durante su inevitable periplo en París. Se formó en el colegio San Ramón, con el maestro de capilla de la Catedral Evaristo Gª Torres y fue destacado crítico y conferenciante. Las Danzas fantásticas, La oración del torero, La procesión del Rocío, la Sinfonía Sevillana y una importante producción de música de cámara, especialmente su Trío con piano Op. 35, justifican la trascendencia de su legado, que descansa mayoritariamente en la Fundación Juan March y ha inspirado el atractivo festival de música de cámara que lleva su nombre y se celebra cada dos otoños. El conservatorio superior de música de Sevilla de la calle Baños tomó en los años ochenta el nombre de Manuel Castillo, que lo dirigió entre 1964 y 1978. Alumno de Norberto Almandoz, maestro de capilla de la Catedral, siguió también la vocación religiosa, ejerciendo como sacerdote hasta 1970. Estudió con Conrado del Campo en Madrid y Nadia Boulanger en París, fue dos veces Premio Nacional de Música e Hijo Predilecto de Andalucía en 1988, además de un excelente pianista. Con un lenguaje propio al límite de la vanguardia, jugando con sonidos disonantes y atonales pero sin apartarse en exceso de modelos melódicos, compuso música vocal, instrumental, para órgano, de cámara, dramática y sinfónica, y estrenó obras encargadas por entidades como Focus Abengoa, Sevillana de Electricidad o la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, hasta su muerte en 2005. Nuestro legado musical continúa hoy con gente de la talla de Elena Mendoza, que el pasado febrero estrenaba en el Teatro Real su ópera La ciudad de las mentiras según textos de Juan Carlos Onetti, y ha recibido el reconocimiento europeo como artista experimental; o Alberto Carretero, cuya música, especialmente electroacústica, se ha escuchado en el Carnegie Hall o el Centro Pompidou. Grupos locales como Taller Sonoro o Zahir Ensemble se encargan de que la música contemporánea sevillana también exista.