Si el teatro fuera un verbo...

Antonio Rincón-Cano dirige en La Fundición la laureada obra de Sanchís Sinisterra ‘¡Ay, Carmela!’

09 feb 2017 / 11:38 h - Actualizado: 09 feb 2017 / 11:44 h.
"Teatro"
  • Alicia Moruno y José Chía, la pareja protagonista de ‘¡Ay, Carmela!’ en La Fundición. / El Correo
    Alicia Moruno y José Chía, la pareja protagonista de ‘¡Ay, Carmela!’ en La Fundición. / El Correo

¡Ay, Carmela! es la prueba fehaciente de la verdad que encierra una de las citas preferidas de su director, el sevillano Antonio Rincón-Cano: Si el teatro fuera un verbo, ese verbo sería recordar. Lo dijo su colega americana Anne Bogart y lo repite él de forma reverente ante el estreno en la sala La Fundición de Sevilla de un montaje escénico que viene, a su vez, con intención memorable, para dejar huella. Desde este jueves hasta el domingo 19 se representará el laureado texto de José Sanchís Sinisterra Premio Max, nada menos con intención de enhebrar en el espíritu del espectador emociones relacionadas con el amor, el dolor y el recuerdo. Se encargarán de ello dos actores: Alicia Moruno y José Chía, quienes junto con Rincón-Cano conforman la compañía Maldito Veneno y que en este primer trabajo juntos interpretan a Carmela y Paulino. «Son dos cómicos que están acostumbrados a ir con su motoreta recorriendo los pueblos de España para ganarse la vida y que les pilla esta historia de amor en plena Guerra Civil, y por estas cosas de la guerra que todo lo destruye, pues esta historia acaba destruida por ella», explica el director. «Y Paulino sigue recordando a su Carmela porque algo ha quedado en él que no ha logrado solucionar».

Hay una especie de fantasmagoría en esta historia. Como cuentan sus responsables, se trata de «dos personajes marcados por la tragedia, en una historia de perdedores que parte desde una mirada cómica y el sentido del humor. Esta historia es un canto triste a la vida, sí, pero también un homenaje a la memoria, un recuerdo a una época que no se puede volver a repetir. De la mano de Paulino y Carmela conoceremos una historia de amor y, gracias a ellos, volveremos a la esencia del teatro, y sobre todo, a la de los cómicos». Una noche, Paulino recibe la visita de Carmela «desde ese lugar donde viven los muertos antes de ser olvidados. A partir de ese momento», y eso abrirá la espita del recuerdo. O sea, del teatro.

Reconoce Antonio Rincón-Cano que la economía actual del mundo de la escena está imponiendo por toda España montajes pequeños, de no muchos actores, porque a día de hoy y tal y como están las cosas, «hacer una gira con un espectáculo de cuatro actores es casi imposible». Pero aun siendo esto cierto, en el caso de ¡Ay, Carmela! se trata de «una producción mediana o modesta, pero no escueta». «Tenemos detrás un equipo de veinte personas trabajando para que se suba el telón. Además, este texto de Sanchís Sinisterra tiene una riqueza escénica que permite hacer producciones muy, muy grandes. Yo recuerdo hace unos años que Andrés Lima hizo una versión musical del texto y era un musical en toda regla, como los mejores de Broadway. Es verdad que trabajamos a partir de un espacio vacío porque también creemos que la memoria se da en un espacio vacío, por lo que también es una decisión artística, aunque estamos muy bien acompañados por la escenografía de Fran Pérez Román. Un trabajo magnífico para representar ese sitio donde se atrapan los recuerdos» y que consiste, básicamente, en una caja de madera, como esas antiguas que había antes en las casas para guardar retales de tiempo, una foto, cualquier cosa. «Una particularidad que tiene Carmela es que cuando viene del mundo de los muertos al de los vivos siempre se le aparece a Paulino en el teatro, en ningún otro sitio». Así que vuelta a la frase de Anne Bogart.

Funciones a las 20.30 durante diez días y en una sala independiente de la ciudad. Tiene mérito. Dos semanas en cartel no sería nada en cualquier capital cultural pero en Sevilla supone todo un desafío. «Ha sido un salto de fe que ha hecho la sala La Fundición», cuenta Rincón-Cano. «Cuando le presentamos el proyecto y vieron el equipo, pensaron que la unión tanto de texto como del equipo completo iba a ser un éxito seguro, y por eso nos propusieron estar dos semanas. Hombre, da mucho vértigo porque es muy difícil llevar público al teatro, que levantes a una persona del sofá de su casa para ver algo. Pero la verdad es que para el estreno se vendieron todas las entradas y para mañana [por el viernes] solo quedan unas 45 o así. Y de todos los días ya hay entradas vendidas. Es verdad que estamos recibiendo mucha expectación y mucho cariño».