«Si se estrenara hoy ‘El Exorcista’ sería cine marginal»

El director Nacho Vigalondo constata cómo cada vez son menos las buenas películas de género que llegan

25 may 2016 / 21:15 h - Actualizado: 25 may 2016 / 21:31 h.
"Cine","Danza","Cine español"
  • aaa / aaa
    aaa / aaa
  • aaa / aaa
    aaa / aaa

«‘¿Qué quieres?’. ‘Ver cómo eres por dentro’». El terrorífico fragmento de guion ha sido también demoledor para un género que, desde que se pronunciaron en una pantalla de cine esas palabras, no ha vuelto a ser el mismo. En 1997 Wes Craven estrenaba Scream y, sin pretenderlo, el cine de terror tomaba una deriva que aun hoy perdura; la de películas pensadas por y para adolescentes, donde el miedo es más un golpe de sonido que una sagaz artimaña psicológica, donde la provocación y la transgresión cedieron el paso a lo políticamente correcto.

En esta idea se enhebra el discurso del director Nacho Vigalondo cuando ayer afirmó a Efe que el cine fantástico «está dando un pasito atrás», a pesar de lo cual «todos los años surgen dos o tres producciones que se salen por la tangente y triunfan». Aun así, dijo categórico, «si se estrenaran hoy El exorcista o La semilla del diablo, serían cine marginal». El realizador de Los cronocrímenes no va desencaminado. Que las dos películas más serias y objetivamente inquietantes de este año La invitación y La bruja hayan tenido serios problemas de distribución y se ofrezcan, en la mayoría de los casos, en versión original subtitulada redundan en la idea que anima estas líneas.

Otro caso emblemático, y muy reciente, es el experimentado por el filme El infierno verde, del norteamericano Eli Roth. Exhibida en festivales en 2013, ha tenido que esperar la friolera de tres años para encontrar distribución en España. Y cuando lo ha logrado, sólo se han puesto en circulación dos copias, en sendos cines de Madrid y Barcelona, respectivamente. En su contra, el desenfreno hemoglobínico y la violencia extrema de una cinta sobre caníbales que logra, al menos, uno de los objetivos básicos de cualquier producción de horror que se precie, incomodar al espectador. Parecido periplo experimentó la película Las brujas de Salem (2012), una de las obras más vitriólicas de Rob Zombie, que tuvo que aguardar dos años para que alguien decidiera estrenarla y que, a nuestro país, solo llegó a las capitales citadas anteriormente.

«El cine de está hoy polarizado: o se ruedan películas para grandes masas de público o pequeñísimas producciones que no dejan beneficios a nadie», explicó ayer Vigalondo. En los años 90, continuó, «el cine fantástico tenía una connotación rompedora, y eso se reflejaba en taquilla. Que hoy se hiciera una película como Acción mutante me parece imposible, dado el estado general del cine español».

La histeria, la tentación, el pecado y el fanatismo son los ejes que vertebran uno de los estrenos del año actualmente en cartelera, La bruja (2015), del debutante Robert Eggers. Ambientada en una de las primeras colonias americanas en Nueva Inglaterra en el siglo XVII, el filme, por medio de un esmerado uso de la fotografía y la banda sonora, consigue crear un clima de absoluta opresión que desemboca en un clímax perturbador. Que el escritor Stephen King la haya diagnosticado como la única película que ha conseguido aterrorizarle en mucho tiempo, por más que suene a marketing debidamente pagado, puede tener bastante de cierto. «¿Por qué La bruja puede ser la mejor película de terror de la década?» se interrogaba en un gran titular la revista Vogue al respecto de un título que salió vencedor en Sundance.

Para el realizador Koldo Serra, «da igual la calidad de la cinta de terror que tengas en las manos, hoy es más fácil estrenar fuera de España que dentro, y mantener una película de estas características una semana en las salas se considera un fracaso». Entiende Vigalondo que hoy el cine necesita del respaldo de las televisiones, pero le parece que «las teles no están muy dispuestas (a apoyar el cine de género)».

El ejemplo de lo que pasa, apunta el autor de Gernika, que se estrenará en septiembre, es Magical girl (Carlos Vermut, 2014): «Si hace 20 años una película consigue ganar en el Festival de San Sebastián y se proyecta en todas partes del mundo, y es un éxito en Francia y en Japón, ya te podías retirar; hoy, su responsable Carlos Vermut sigue viviendo en casa de sus padres».

«Somos cada vez más innovadores», refiere Gonzalo Andino, director del Festival de Circo de Sevilla, Circada, que hasta el domingo 14 de este mes propone un total de 34 funciones en lugares tan emblemáticos de la ciudad como Puerta Jerez o la Plaza de España, entre otros espacios escénicos más convencionales. Hace unos años Circada todavía era un festival «para unos pocos». Hoy, por fortuna, «tenemos una marca fuerte, un proyecto de envergadura y cada vez más gente conoce y se aficiona al circo contemporáneo», dice el responsable del certamen.

«Teniendo en cuenta que hay teatros en Sevilla que llevan 25 años funcionando y que muchos no conocen, que nosotros tengamos una media de 15.000 espectadores cada edición es una buena noticia», reconoce Andino. Con todo, hay quien aun no tiene muy clara la diferencia entre circo tradicional y contemporáneo. «Pero es que no tenemos una palabra mejor, compartimos disciplinas y técnicas, pero lo nuestro es otra cosa», asegura.

«Igual que no es lo mismo el ballet que la danza contemporánea, aunque en ambos casos tengamos a dos personas bailando», explica. «Hay una convivencia difícil entre el circo clásico y el actual, parece que en el mundo de las carpas no se comprende bien lo que estamos haciendo», lamenta.

Sin embargo, es un signo de los tiempos que el segundo esté ganando terreno al primero. Malabares, clown, acrobacias, equilibrios, trapecios y música en directo se alían en una nueva conjunción, más urbana, alejada de payasos y animales domesticados. «Tenemos un presupuesto de unos 100.000 euros, otros festivales similares al nuestro doblan la cifra, y creemos que exprimimos muy bien nuestras posibilidades», defiende. Más aun sabiendo que Circada es una iniciativa privada.

«Trabajamos mucho en establecer sinergias, con otros eventos como el Mes de Danza o la muestra Contenedores», añade Andino. «Pero tenemos que ganarnos los recursos cada año, es difícil hablarle a la Administración pública de circo contemporáneo, pero poco a poco... no nos quejamos mucho», remacha su director.

Los lamentos vienen por otro camino, los de la burocracia. «En Sevilla es infinita y es muy complejo plantear un espectáculo en la calle contando con el visto bueno y con seguridad. Todavía no hemos conseguido tener una toma de corriente del alumbrado público. Por no hablar de camerinos o de disponer de personal del Ayuntamiento, hay cuestiones logísticas que en cualquier pueblo pequeño se resuelven fácilmente y aquí son una cuesta arriba infranqueable», sentencia el director de Circada.

En programa

Del 11 al 14 de junio la programación de Circada se extenderá por Las Setas, la Alameda de Hércules, la Torre de los Perdigones y, como novedad, la Biblioteca Infanta Elena, que acogerá el día 12 de junio un taller abierto de circo para todas las edades (19.00 horas) y la actuación de la compañía vasca Ganso & Cía, con su espectáculo Walkman. Entre las formaciones que presentarán sus espectáculos en estas fechas se encuentra El Gran Dimitri, uno de los clowns más reconocidos a nivel nacional, y que presentará su nuevo espectáculo Cirkusz Rupt, así como los ganadores del OFF 2014, Cirk About It y Up-Arte, En diciembre, Malas Compañías, Ganso & Cía y Hotel Iocandi. En el Teatro Alameda, el día 11 de junio regresa a Circada una de sus compañías más queridas, Vaivén Circo, que presentará su recién estrenado nuevo montaje, Des-habitat.