«Si te olvidas de la tradición en el flamenco estás perdido»
Ausente de la Bienal, Sara Baras lleva al Tío Pepe Festival de Jerez el día 14 lo que los sevillanos aún no han visto: su espectáculo ‘Sombras’, la celebración de los veinte años de una compañía que ha sabido contagiar al mundo la pasión por el flamenco
Hasta hablando de la sombra es luminosa Sara Baras. Veinte años de compañía propia permiten que la gaditana acceda hoy a los principales países del mundo por la entrada de artistas. La gira de su espectáculo actual lleva agotando el papel en las taquillas desde septiembre. Y lo que te rondaré, morena.
—Parece que el espectáculo Sombras tiene mucho de repaso a su trayectoria.
—Sí. Realmente, más que de repaso tiene de celebración por estos años, porque es un espectáculo nuevo. En vez de repetir coreografías o personajes o momentos que nos hayan marcado todo este tiempo, lo que hemos querido hacer es darle una lectura nueva en este Sombras. Y la sombra que más me acompaña a mí es mi farruca. Empieza por farruca y vamos viajando y tocando diferentes palos del flamenco y fusiones, y además con mucha libertad, para después terminar en la misma farruca de siempre.
—¿Qué ve cuando vuelve la vista atrás, a sus comienzos?
—Yo pienso en mí hace veinte años y me veo muy valiente, y lo agradezco. Porque, aunque mucho más ignorante, tenía mucha ilusión y muchas ganas, y eso tengo la suerte de seguir teniéndolo.
—El flamenco sí que ha cambiado.
—Yo creo que todo: la época entera, la profesión, ha cambiado mucho en este tiempo; parece como si fuera una época muy distinta a la de hoy. Va evolucionando igual que lo hace la vida, las cosas, y vas aprendiendo mucho y adaptándote a la vida. Porque yo creo que el arte es un reflejo de lo que uno tiene y de lo que uno siente y de lo que uno vive. Y es un poco la misma evolución. Hay cosas que son maravillosas ahora y otras que eran maravillosas antes. Y tener la suerte de haber podido vivir aquella época del flamenco es algo de lo que todavía aprendo.
—Se llama Sombras, pero es pura luz.
—La energía positiva, las cosas bonitas de la vida están muy presentes en mi forma de crear y de bailar. No está la tristeza, aunque sí la profundidad. Porque a veces uno confunde la alegría con no tener profundidad, y no: se puede ser alegre y llevar su fondo. Lo que pasa es que me gusta mucho más toda la parte alegre, el colorido, la musicalidad, más que la oscuridad. Realmente, yo digo Sombras por la parte positiva de la palabra; hay mucha gente que ve sombras directamente en la oscuridad, como algo que asusta o que tiene una parte negativa; en mi caso, mis sombras son lo que me parece importantísimo recordar, porque me han enseñado mucho, me han hecho tal y como soy ahora.
—Y entre lo positivo, el apoyo del público.
—No tengo palabras suficientes para dar gracias al público, con veinte años montando espectáculos y todos han funcionado. He tenido una vida muy redonda, por supuesto que con sacrificios, sin duda. Pero también he tenido la suerte a mi favor; creo que hay gente que viene con esa estrellita y las cosas le salen bien. A mí me acompaña la suerte. Por el equipo que tengo, por la madre que tengo, por mi familia, por todo.
—¿En qué lugar encuentra más calor del público?
—Con nosotros, el público funciona siempre de una manera maravillosa. Llama la atención cuando vas a lugares donde no tienen ni tus costumbres, ni tus gustos, ni tu lengua, y piensas que van a estar más fríos y es todo lo contrario. No podría elegir un público. París, Nueva York? y en España en todos lados.
—¿Por qué no está su nombre en el cartel de la Bienal?
—Creo que teníamos problemas de fechas. Hoy no se programa como antes, las cosas ya están programadas con mucha antelación. Tenemos la gira de dos años y no coincidía por fechas, no podíamos. Pero bueno, he estado muchas veces. Estrené allí Mariana Pineda, Juana la Loca, Cádiz-La Isla; la verdad es que yo he trabajado muchas veces en la Bienal. Cuando no se estrena nada, no pasa nada. Como no paramos gracias a Dios?
—En estos veinte años también ha cambiado mucho el apoyo de las instituciones al flamenco, ¿no?
—Yo sigo casi igual. Mi compañía es privada, así que seguimos dependiendo de la reacción del público. Me parece muy importante que haya ayuda al flamenco porque es un arte que, además de merecérselo, es nuestro. Y es algo que aún tendríamos que apoyar más si cabe. Cuando sales fuera ves el respeto y la admiración que la gente le tiene al flamenco, que no es gracias a nosotros sino a los maestros de antes, a Paco, a Camarón, a Morente, a todos los artistas que nos han abierto puertas en el mundo... Hacen falta escuelas, compañías, para que la gente que empieza pueda tener la oportunidad de trabajar, de hacerse, de crecer también en el escenario.
—¿Tradición o innovación?
—Guau, me lo pones difícil. Pues mira, la verdad es que yo creo que uno tiene que dejarse llevar por lo que siente, pero no puede olvidarse nunca de la tradición porque si no estás perdido. Creo que es una mezcla. No creo que tengas que ir directamente a inventar nada nuevo. Tu propia personalidad hace que sea algo diferente, pero la tradición tiene que estar ahí, tienes que respetar a tus maestros y todo lo que hicieron porque eso es lo que verdaderamente te da sentido.