«Sin pretenderlo con nuestros muebles fuimos precursores del modelo Ikea»

El Cicus ha acogido un encuentro con dos de los históricos miembros del Equipo 57, una agrupación de artistas andaluces pioneros de la abstracción

21 jun 2017 / 18:43 h - Actualizado: 21 jun 2017 / 18:49 h.
"Pintura","Artes plásticas"
  • Juan Cuenca y Juan Serrano repasaron ayer en el Cicus de la Hispalense la trayectoria del Equipo 57. / Manuel Gómez
    Juan Cuenca y Juan Serrano repasaron ayer en el Cicus de la Hispalense la trayectoria del Equipo 57. / Manuel Gómez
  • Mueble auxiliar de dormitorio diseñado por Equipo 57.
    Mueble auxiliar de dormitorio diseñado por Equipo 57.
  • ‘Interactividad cine I (Interactivity Film I)’, Equipo 57, 1957, 24 gouaches sobre papel.
    ‘Interactividad cine I (Interactivity Film I)’, Equipo 57, 1957, 24 gouaches sobre papel.

Bromearon ayer en el Cicus Juan Serrano (1929) y Juan Cuenca (1934) con una constatación: «Sin pretenderlo con nuestros muebles fuimos precursores del modelo Ikea en el que te puedes llevar todo desmontado y armarlo en casa», dijeron ayer sobre el importante capítulo que el histórico Equipo 57 –del que ellos formaron parte– dedicaron al diseño industrial. Ambos creadores –pintores, arquitectos...– pusieron en valor durante su intervención una historia breve pero fundamental del arte contemporáneo español en la que ambos –y otros más– fueron protagonistas.

«Córdoba en 1954 estaba lejos de todo, de Madrid y, desde luego de París [ciudades que serían clave en el devenir del grupo]; se puede decir que vivíamos en una ciudad que miraba al siglo XIX», dijo Serrano. En aquellos primeros años de tentativas no estaba sobre la mesa en erigirse en una asociación de pioneros; en cuyo seno y durante los años que se mantuvo vigente –del 57 al 62– avanzaron en la relación entre el arte y las matemáticas y el arte y la informática; además de poner en valor el término «interactividad del espacio plástico», que aplicaban casi a todos sus trabajos.

Sus miembros, Serrano y Cuenca, pero también Ángel Duarte, José Duarte, Agustín Ibarrola y, entre otros, Jorge Oteiza en su origen, cultivarían un estilo de arte abstracto geométrico de intenso cromatismo, con lo que rompieron con el informalismo imperante. Pero más allá de las cuestiones estrictamente estéticas, si por algo destacó el Equipo 57 fue por «poner en valor el sentido de la colectividad, de grupo, por encima de los individualismos».

Todo su devenir se fraguó, además, en plena dictadura franquista. Uno de los primeros artículos del grupo se publicó en la revista Praxis, subtitulada no sin retranca «revista de higiene mental», una publicación de «gran carácter subversivo», según Serrano. Sin embargo, también supieron buscarse simpatizantes dentro del país monocorde que era España; por ejemplo ganándose la simpatía del cordobés Club de la Amistad, de clara filiación falangista, y que llegaría incluso a impulsar una exposición monográfica.

La intervención de Serrano y Cuenca estuvo jalonada de nombres propios y amistosas interrupciones –no en vano sus respectivas biografías les han llevado a convertirse en consuegros–. Desde luego desfiló el galerista sevillano Rafael Ortiz, quien siempre ha defendido la vigencia y la potencia actual de las obras que el Equipo 57 alumbró en solo cinco años de existencia; pero también Picasso con quien algunos miembros coincidieron en París. Y, por supuesto, Denise René, quien los rescato de una modesta exposición en el café Rond Point de la capital gala para llevárselos a su prestigiosa galería; permitiendo con esto que algunos de los pintores del equipo pudieran abandonar sus alimenticios trabajos como pintores de gotelé.

Y sí, también esta vez, como casi siempre que el Equipo 57 toma la palabra surgió la cuestión de lo efímero de su existencia. «Duró lo que tenía que durar; fue un ejercicio en el que todos buscamos un arte objetivo que se borrara la huella personal; lo hicimos y pasamos a otros asuntos», concluyó Juan Serrano.