Soberbio viaje a otra época

Probablemente sea Anna Bolena una de las óperas más sobresalientes del anacrónico repertorio belcantista

09 dic 2016 / 14:24 h - Actualizado: 10 dic 2016 / 15:11 h.
"Cultura","Ópera"
  • Foto y vídeos de Manuel Gómez.
    Foto y vídeos de Manuel Gómez.

Probablemente sea Anna Bolena una de las óperas más sobresalientes del anacrónico repertorio belcantista. Ayuda a ello su base histórica y la pulcritud de un argumento bien contado, pese al notable esfuerzo que demanda al espectador de hoy el comprender y empatizar con estos asuntos regios de otros siglos. El Maestranza ha puesto un empeño enorme en estas funciones, que ya podemos anunciar como unas de las más redondas en la historia reciente del coliseo. La de anoche fue una excelente velada operística en la que todos los engranajes estuvieron bien conjugados para ofrecer una representación cercana a lo memorable.

Desde luego en esta ocasión, y pese a nuestra profunda convicción de que la ópera, antes que otra cosa, es teatro, escena pura, aquí habremos de comenzar aplaudiendo a palma batiente las voces. Contar en Sevilla con la soprano norteamericana Angela Meade, toda una experta en este repertorio, es un lujo que nos asombra en unos tiempos de profundos e intolerables recortes a la cultura. La existencia de una voz como la suya justifica por si misma la defensa de este universo lírico. Emocionó y fue ovacionada como a una diva. Pero no hubo atisbo de impostura, Meade mereció todos los parabienes. Su proyección fue rotunda, domina y controla los agudos, se mostró cómoda en la zona media y demostró tener un rotundo control de los reguladores, con afilados pianissimos. Fue una vibrante lección de canto que hizo volvernos a lamentar por su cancelación de Norma en este teatro hace un par de temporadas. Pero no fue una función a mayor gloria de; porque el elenco brilló al máximo nivel, lo que hace recomendar a cualquier aficionado a la música que no se pierda esta oportunidad. La armenia Ketevan Kemodlize conjuntó con Meade un dúo de redención -haciendo un símil flamenco- de partirse la camisa. Su voz, de hermoso tono dramático, corrió ancha y cómoda, sin estrangulamientos, con graves profundos. Su carrera promete ser importante. El tenor Ismael Jordi fue de menos a más, convenciéndose a sí mismo de su capacidad en el papel, y luciendo esa media voz con la que tan bien sabe frasear. El rey, encarnado por Simón Orfila, no tiene un rol vocalmente fácil, ni grato; que defendió bien, sin estridencias ni envaramientos. Excelentes Rivas, De Diego y Palatchi. Muy detallista el Coro del Maestranza, con intervenciones de gran ligereza y estilo.

En el foso otro especialista, Maurizio Benini, extrajo lo mejor de una partitura donizettiana no tan sencilla melódicamente como otras, dirigiendo muy apegado al estilo, pero con algunos pasajes en los que aplicó con la batuta una mayor intensidad, poniendo a Donizetti a los pies de Verdi, subrayando el carácter grande del primero, al que poco favor se le hace cuando se airean otros de sus muchos títulos menores, indefendibles hoy. Escénicamente Graham Vick demostró que todavía en el siglo XXI hay espacio para lecturas literales cuando se manejan bien los elementos escenográficos y la iluminación. Esta Anna Bolena visualmente acompaña el canto con cuadros de rica intensidad cromática. De nuevo, que nadie se la pierda.

Anna Bolena

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Teatro de la Maestranza. 8 de diciembre. Anna Bolena, de Gaetano Donizetti. Intérpretes: Angela Meade (Anna Bolena), Ketevan Kemoklidze (Giovanna Seymour), Simón Orfila (Enrico VIII), Stefano Palatchi (Lord Rochefort), Ismael Jordi (Lord Riccardo Percy), Alexandra Rivas (Smeton), Manuel de Diego (Sir Hervey). Coro del Teatro de la Maestranza. Íñigo Sampil, director. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Maurizio Benini, director. Dirección de escena: Graham Vick. Escenografía y vestuario: Paul Brown. Producción: Teatro Filarmónico de Verona / Fundación Arena de Verona.