Sobresaliente ‘cum laude’ en África

El periodista Sebastián Ruiz defendió en la Facultad de Comunicación de Sevilla su tesis sobre la información al sur del Sáhara, materia en la que lleva años especializándose

03 ene 2018 / 15:09 h - Actualizado: 03 ene 2018 / 15:16 h.
"Universidad de Sevilla"
  • El periodista sevillano Sebastián Ruiz. / Gemma Solés i Coll
    El periodista sevillano Sebastián Ruiz. / Gemma Solés i Coll

En El Correo de Andalucía todavía se le recuerda como un becario entusiasta. Pero desde aquello ha llovido mucho, y Sebastián Ruiz se ha convertido en un consumado profesional, especializado desde en el África negra. Recientemente regresó a la Facultad de Comunicación para defender su tesis doctoral, Estructura de la información en África al sur del Sahara: el caso de Kenia en el sistema internacional de la información. Nota: sobresaliente cum laude.

«Los primeros que me hablaron de África fueron mis profesores en los Salesianos de Triana que iban en verano a desarrollar proyectos de educación a Togo. ¡Y yo quería ir también!», evoca. «Desde entonces todo ha sido un camino de amor hacia el continente aderezado con un pelín de obsesión. Libros y más libros, mucho cine, estudios especializados... Hasta que llegué a Senegal. Desde ahí, he visitado muchos países y poco a poco he ido conociendo a través de sus gentes».

Sobre los estereotipos que rodean la mirada occidental sobre África, cree que «es algo que viene moldeado desde una esfera política y educativa. Es demencial que, en las escuelas españolas, se siga sin estudiar que Guinea Ecuatorial es el único país del África negra donde se habla español, o qué papel tenemos como Estado en la situación por la que pasa el pueblo saharaui desde hace más de 40 años... El porqué de esta representación del otro en nuestros medios es algo que trato de responder desde la Universidad, pero también desde la profesión periodística a través de mis reportajes, artículos o análisis». «En mi opinión las noticias sobre África son muy puntuales en las páginas de internacional de los grandes diarios. ¡Recordemos que hay 55 países y se nos habla como si todo fuera una masa uniforme! En este sentido mi camino en los estudios africanos fue casi una necesidad que ha estado mimado por auténticos maestros como Ferrán Iniesta, Albert Roca, Itziar Ruiz-Giménez, Ramón Sarró, Soledad Vieitez, José Carlos Sendín o Mbuyi Kabunda».

Y así llegamos a su tesis doctoral. «El objeto han sido los principales conglomerados de medios africanos y, en particular, los de Kenia», explica Ruiz. «Al estudiar quiénes son los dueños de los periódicos, de los canales de televisión o de las emisoras de radio, hemos podido distinguir que existen dinámicas muy parecidas a las que tienen lugar en Europa o Estados Unidos. Cómo empresas alejadas del sector mediático penetran en él y terminan por comprar, adquirir y, en ocasiones, controlar lo que consumen los usuarios de a pie de calle. Bancos, empresas de transporte o de alimentación se están haciendo con el negocio de la información».

«Lo curioso», prosigue, «ha sido identificar que la dinámica que existe actualmente se ha potenciado desde la crisis económica de 2007-2008. Como el mercado en arenas europeas estaba saturado, había que huir hacia delante, buscar nuevos mercados, y ese nuevo dorado tiene lugar en África gracias principalmente al componente lingüístico que dejaron las metrópolis, específicamente el francés y en menor medida el inglés».

Como reconoce el periodista, esta investigación es pionera en España, Europa y en África. «Que nos centráramos en Kenia era fácil en cierto sentido, ya que es uno de los países africanos más dinámicos en cuanto a medios se refiere. Además, se están produciendo auténticos adelantos relacionados con el uso de la tecnología móvil que han revolucionado el sector, por ejemplo, de la banca móvil. Aunque ahora pensemos que los bancos españoles están a la última ya que nos permiten pagar una pizza desde nuestro Smartphone con Bizum, estos adelantos nacieron en Nairobi con M-PESA. También otras aplicaciones como Ushahidi, que monitorea los posibles brotes de violencia poselectoral y nació desde la sociedad civil, tiene un DNI keniano y ahora se implementa en más de 130 países de todo el mundo», apunta.

Cuando se le pregunta por qué tan poca gente se dedica a estudiar un mundo tan vasto e interesante, salta de la silla. «¡Con el cine hemos topado, Sancho! Sí, aunque parezca mentira, las narrativas que nos muestra uno de los principales conformadores de opinión como es el cine es bastante deprimente: guerras, invasiones, enfermedades, desierto, destrucción... A priori no es que sea una imagen muy alentadora para invitar a alguien que no sepa nada del continente a adentrarse en sus más de 2.000 lenguas (ergo, culturas). Cuando se habla de África se suele hacerlo en términos que invitan a la compasión, la tristeza o la agonía. No se habla, por ejemplo, de historias de amor, de estudiantes con sueños que no quieren emigrar, de los empresarios en las grandes ciudades africanas, de los artistas que revolucionan el mundo de la moda o la literatura, de los campesinos que utilizan aplicaciones móviles para mirar las transacciones del té o el café sin tener que desplazarse. Son solo algunos ejemplos que estoy convencido que, si se promocionaran más, si aparecieran en los telediarios de las 15.00, quizás la percepción cambiaría. Picaría la curiosidad de que a tan solo 15 kilómetros hay historias maravillosas», dice Ruiz.

«Pero, además, está claro que África no interesa mucho en España porque no hay intereses comerciales ni desde los accionistas de los medios, ni desde las grandes empresas que diversifican sus mercados. De hecho, el interés de la cooperación española en el continente africano es un botón bastante transparente: los países prioritarios son Estados con los que tenemos business de turismo, pesca, gas o petróleo como Senegal, Mozambique, Mali, Níger, Cabo Verde, Angola, Etiopía, Guinea Ecuatorial o Namibia. En las Universidades españolas, por ejemplo, hay seminarios escasos sobre África por lo que si desde los medios, la cultura o la enseñanza no se explica, es decir, no se habla de ello, el interés se reduce».