No es fácil, en estos tiempos de vorágine mediática, ver a tres chicos jóvenes embarcarse en un proceso de creación cuyo objetivo es elaborar toda una reflexión trascendental sobre la vida y los fantasmas de sus creadores, que son también los nuestros. Es lo que nos propone esta nueva propuesta de Teatro A La Plancha, una suerte de tragedia con envoltorio cómico tan arriesgada como valiente.
El texto gira en torno a una serie de cuestiones trascendentales sobre el riesgo que debemos asumir para consumir la vida sin que ella nos consuma. Pero lejos de resolverlas, los tres personajes se limitan a repetirlas una y otra vez, lanzándolas al aire casi como un esputo. Son tres figuras marginales que ahogan su insatisfacción en la bebida. De ahí que toda la trama se desarrolle en una taberna frente al mar, cuyo suelo de arena poco a poco va cercando a los personajes, hasta situarlos en un espacio estrecho y asfixiante. Es el símbolo de eso que ahora se ha dado en llamar “la zona de confort”, donde la seguridad y la rutina se elevan por encima de la inquietud y la pasión.
Cabe destacar la carga poética del texto, así como la estructura de la dramaturgia que se conforma como un bucle que repite una y otra vez una misma secuencia de acciones, que aunque son cadenciosas y reiterativas al principio van ganando en velocidad hasta cargar el discurso de una intensidad incómoda, que se nivela con la comicidad que se desprende el texto y el perfil grotesco de los personajes, cuya desesperación se diluye, de alguna manera, con el uso del muñeco y un trabajo corporal un tanto contenido.
Obra: La última boqueá
Lugar: Sala La Fundición, 30 de marzo
Compañía: Teatro A La Plancha
Texto y dirección: Selu Nieto
Interpretación: María Díaz, Selu Manuel Ollero
Calificación: ***