‘Tenorio’: Una ópera contemporánea para todos

Tomás Marco sigue empeñado en demostrar que la música no hay que entenderla y lo que hay que hacer es dejarse llevar por las sensaciones

31 jul 2017 / 14:03 h - Actualizado: 31 jul 2017 / 14:22 h.
"Música"
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La música culta contemporánea no es la que más tirón comercial presenta. Eso es una evidencia. Tampoco es la música que pueda encandilar a una persona que se acerque por primera vez a un concierto para enterarse de qué va la cosa. Resulta extraña para el que llega nuevo a ese territorio. Ni siquiera es demasiado accesible para aquellos que viven instalados en un repertorio que agrupa grandes obras de todos los tiempos, escuchadas una y mil veces, utilizadas en el cine, en televisión o en publicidad. El oído del personal está educado para unas cosas y para otras no. Al menos eso parece creer un gran número de personas.

Sin embargo, Tomás Marco sigue empeñado en demostrar que eso no es así, que la música no hay que entenderla y lo que hay que hacer es dejarse llevar por las sensaciones, que la música culta que se hace en la actualidad es un vehículo narrativo poderoso, útil y cercano.

El pasado 28 de julio, encuadrada en el Festival de Verano de San Lorenzo de El Escorial (Madrid) se estrenaba la ópera de cámara ‘Tenorio’ en versión concierto, una obra que Marco escribió hace algunos años respondiendo al encargo del X Estío Musical Burgalés, un festival que se convirtió en uno de los miles de daños colaterales que provocó la última crisis económica. Desapareció y con él la posibilidad de estrenar la ópera.

La partitura es excelente y sirve para que el libreto de Tomás Marco aparezca como una construcción de un mito que ya lo era y que se enriquece con una mirada moderna algo aséptica, pero que abre el abanico de posibilidades un poco más. Para ello mezcla textos de Zorrilla, Tirso de Molina Da Ponte o Quevedo (qué buen dúo se disfrutó cuando los cantantes interpretaron un soneto de este autor). Algunos textos, ni siquiera hablan de Don Juan, pero van muy bien colocados en el conjunto y funcionan. Marco tira de su vena más clásica al componer y al dejarnos ver su forma de entender ese mundo en el que se ha sostenido buena parte de nuestras artes. No se puede poner una sola pega a su ópera, pero no a todo el mundo le gustará. Sin serlo realmente, ‘Tenorio’ podría resultar una obra árida, exquisita en exceso y reservada para unos pocos; algo que sencillamente es falso.

La percusión en esta ópera tiene gran importancia y, tanto Raúl Benavent como José Luis González, hacen un trabajo magnífico. Los caracteres de los personajes son matizados definitivamente con esa percusión tan presente de principio a fin de la obra. El resto del Grupo Modus Novus cumple bien a las órdenes del director Santiago Serrate que, todo hay que decirlo, estuvo muy plano, no arriesgo nada al realizar la lectura de una obra riquísima en matices y convirtió la partitura en un todo mucho más monótono de lo que es.

El coro, que en esta ópera tiene mucha importancia, es uno de los grandes aciertos en la composición de Tomás Marco. Como siempre ocurrió en ópera, utiliza esas voces para comentar lo que va sucediendo en el escenario. Pero no lo hace de cualquier forma. Marco logra que la obra tenga en ese coro un lugar en el que el público se instale para entender el resto. Evocador, divertido y bien diseñado.

La soprano Carmen Gurriarán, interpretó los roles de Lucía, Doña Ana y Doña Inés. Sus tonos agudos tienen un color muy bonito y técnicamente la cantante se defiende más que bien. Pero tiene un problema de dicción severísimo. En el Teatro Auditorio de San Lorenzo del Escorial no hubo ocasión de disfrutar de sobretítulos y entender lo que cantaba Gurriarán era imposible. Este es un problema que puede provocar una falta de comprensión peligrosa y la desconexión total del público.

El tenor Juan Antonio Sanabria, narrador y encarnando a Don Luis Mejía, estuvo bien. Un buen cantante. Y el barítono Alfredo García, cantante al que está dedicada la ópera, dejó una interpretación con empaque sobre el escenario. Si bien es cierto que se mostró algo nervioso en los primeros instantes, logró con rapidez que su voz, robusta y bien trabajada, construyese un personaje que es mucho más exigente de lo que pudiera parecer. Algunas frases obligan al barítono a realizar esfuerzos considerables. Alfredo García dejó claro que en los tonos medios y bajos tiene pocos cantantes alrededor que le puedan hacer sombra. La ópera le sienta como un guante.

En definitiva, ‘Tenorio’ es una muy buena ópera y sería una pena que no se estrenase en algún teatro importante de España. Porque aunque una versión concierto suele ser atractiva, la ópera es algo más que eso.