Tía Bettye, la mujer de rojo

BETTYE LAVETTE ****

14 mar 2016 / 12:06 h - Actualizado: 14 mar 2016 / 12:07 h.
"Música"

El rojo es el color de la fuerza y el temperamento, justo lo que destila Bettye Lavette, que enfundó su escultural cuerpo en un traje de ese color y calzó durante gran parte de su espectáculo unos interminables tacones. La entrañable tía Bettye demostró así que a sus setenta años recién cumplidos no hay edad para reinventarse, bailar sin descanso y dejarse llevar por la energía de un repertorio labrado en la lucha permanente durante cinco décadas. No es difícil imaginarla en carreteras y tabernas en las que su voz quebrada se mezcle con humo, alcohol y mucha experiencia.

Cinco décadas a la sombra de otras divas del soul con las que ha sido continuamente comparada, como Aretha Franklin o esa Tina Turner con la que comparte pasión por el rock y coreografías espasmódicas con las que acompaña el frenético ritmo que expide su música. Todo con la extraordinaria complicidad de su banda, liderada por el teclista Alan Hill, capaz de teñir de atmósfera las lecciones de vida de esta gran dama del soul. Lavette podría haber tirado de nostalgia, y sin embargo prefirió mostrar su lado más actual y canalla, el que ha cultivado en sus últimos cinco discos, con especial parada en Worthy, su último trabajo del que interpretó seis temas, incluido el muy sesentero Complicated. Sólo hubo concesión para el auto homenaje en Let Me Down Easy, su primer éxito de 1965, y Love Reign Over Me, un clásico de The Who que suscitó la admiración de Barbra Streisand y el propio Roger Daltrey en un homenaje que se le brindó a esta reina en el Kennedy Center hace unos años, promovido por su gran amigo Barack Obama.

Lavette es puro espectáculo, incansable ya sea vomitando amargas experiencias amorosas como en They Call It Love, un clásico de Ray Charles que versionó en The Scene of the Crime, o plasmando inquietudes de mujer en títulos como Joy de Lucinda Williams. Una versión personalísima, cargada de melancolía, de Nights in White Satin de los Moody Blues, su particular declaración de principios en You Do’t Know Me de Don Henley, o el frenético Right in the Middle con el que la Motown intentó relanzar su carrera como sucesora de Diana Ross, completaron un concierto de esos que levantan a todo un auditorio atónito frente a semejante torrente de energía y vitalidad. Quizás alguna iniciativa de Change.org debería abogar por que gane el preciado Grammy al que ha sido nominada varias veces y que a tenor de sus bromas parece tenerla un poquito traumatizada.