Treinta años de quejas, de política, de anécdotas... y de mucho cine español

En menos de un mes se celebrará la 30ª edición de los Premios Goya, una ceremonia que poco a poco ha reunido escenas para la historia

09 ene 2016 / 13:07 h - Actualizado: 10 ene 2016 / 19:41 h.
"Cine español"
  • Dani Rovira y Enrique González Macho, durante la gala del año pasado de los Premios Goya. / Efe
    Dani Rovira y Enrique González Macho, durante la gala del año pasado de los Premios Goya. / Efe

Queda menos de un mes para que se entreguen los premios Goya, que el próximo 6 de febrero celebrarán su 30ª edición con una gala presentada por el cómico Dani Rovira, culminando así tres décadas marcadas por grandes hitos pero también por pequeñas anécdotas, como las primeras estatuillas desmontables, las galas marcadas por la polémica y las reivindicaciones políticas.

Tal y como recoge la Academia, la historia de este premio comienza por el nombre elegido, que buscaba ser corto y semejante a los de los Oscar o César que existían en Estados Unidos y Francia. Los académicos debatieron en asamblea sobre la conveniencia de elegir el nombre del pintor aragonés, con el impulso definitivo del director artístico Ramiro Gómez, quien recordó el concepto pictórico de Goya «cercano al cine».

La primera edición de los Goya tuvo lugar en el año 1987 con un claro ganador: Fernando Fernán Gómez y su película El viaje a ninguna parte –mejor película, dirección y guion–. Se dio además la casualidad de que el actor fue premiado en esta misma edición por su trabajo en Mambrú se fue a la guerra.

En esta edición, la primera estatuilla que se entregó –pesaba casi quince kilos– fue encargada al escultor Miguel Ortiz Berrocal y se trataba de una obra desmontable que combinaba el busto del pintor Francisco de Goya con una cámara cinematográfica. Años después, se encargó al escultor José Luis Fernández una nueva estatuilla con un busto en bronce, más pequeño, que representa al pintor. Esta escultura, que pesa casi tres kilos, es la oficial desde 1990, aunque siendo presidente de la Academia José Luis Borau se propuso cambiar de nuevo. La institución convocó un concurso al que se presentaron muchos modelos –incluido el propio José Luis Fernández– aunque finalmente se decidió mantener el que se ya se utilizaba.

Desde ese año 1987 se han celebrado ininterrumpidamente ceremonias en las que se ha visto como, por ejemplo, Verónica Forqué era capaz de ganar el cabezón en un mismo año tanto por mejor actriz como por actriz de reparto (en 1988, por La vida alegre y Moros y cristianos, respectivamente). Precisamente, en la historia del palmarés, Forqué ocupa un lugar privilegiado junto a Carmen Maura como actriz con más premios Goya (cuatro en total). En el apartado masculino, es Javier Bardem el que lidera esta clasificación, con cinco galardones, mientras que la película más premiada continúa siendo Mar Adentro de Alejandro Amenábar, con 14 estatuillas.

En este apartado histórico se encuentra un récord que ya no podrá ser superado: el del actor más joven en ser premiado. Andoni Erburu (Los secretos del corazón), con diez años, ostenta este particular privilegio al que también accedieron otros menores de edad como Francesc Colomer (Pan Negro), Marina Comas (Pan Negro), Juan José Ballesta (El Bola) e Ivana Baquero (El laberinto del fauno). En el año 2011, con Enrique González Macho en la presidencia, se dieron a conocer nuevas bases para optar a los premios, entre las que se incluía la prohibición de participar en interpretación a aquellos actores que no hayan cumplido 16 años. Según justificó la academia, esta decisión se debía a que los niños que ganaban un Goya pasaban a ser miembros activos de la institución, lo que implicaba «circunstancias legales no exigibles a un menor».

Cine y política

Más allá del palmarés, las galas han puesto también en la picota al gremio cinematográfico, en especial por sus reivindicaciones. Una de las primeras fue la del por entonces director de la academia, José Luis Borau, quien en 1998 se pintó las manos de blanco en repulsa ante el asesinato del concejal sevillano del PP, Alberto Jiménez Becerril, y su esposa.

Sin embargo, quizás la gala más sonada fue la del año 2003, donde se puso de manifiesto el divorcio entre el mundo del cine y el Gobierno vigente en ese momento, presidido por José María Aznar. Gran parte de los premiados acudió a la ceremonia con pegatinas del No a la guerra y aprovecharon sus discursos para mostrar su repulsa al conflicto bélico en Irak.

Otras anécdotas políticas tuvieron que ver con la presencia en 2005 de José Luis Rodríguez Zapatero, convirtiéndose así en el primer presidente del Gobierno que acude a la gala, o la ausencia del ministro de Cultura José Ignacio Wert en la edición de 2014.