«Tuve una educación cristiana en la que la culpa tenía mucho peso»

El mexicano Enrique Rivero convence en el SEFF con su tercer filme, ‘Pozoamargo’

12 nov 2015 / 23:46 h - Actualizado: 12 nov 2015 / 23:48 h.
"Cine","Festival de Cine Europeo 2015"
  • Enrique Rivero(izquierda) en la presentación del estreno de Pozoamargo con Natalia de Molina, Jesús Gallego y Xuaco Carbadillo. / Raúl Caro (Efe)
    Enrique Rivero(izquierda) en la presentación del estreno de Pozoamargo con Natalia de Molina, Jesús Gallego y Xuaco Carbadillo. / Raúl Caro (Efe)
  • Fotograma de la película ‘Pozoamargo’. / El Correo
    Fotograma de la película ‘Pozoamargo’. / El Correo

{ La jornada de ayer del Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF) deparó una grata sorpresa con la presentación de Pozoamargo, el filme con que el prometedor director mexicano Enrique Rivero concurre a la sección Las Nuevas Olas del certamen hispalense.

El título del filme remite al nombre del pueblo castellano al que va a parar su protagonista, y describe muy bien el abismo vital en el que se adentra. A punto de tener un hijo, Jesús se entera de que sufre una enfermedad venérea que le ha transmitido a su mujer embarazada. Incapaz de afrontar ese trago, huye al mencionado pueblo en el que vive de incógnito como un campesino más, y donde conoce a Gloria –interpretada por Natalia de Molina–, una explosiva joven con la que entabla una candente relación, preámbulo del final de su descenso al infierno.

Según Rivero, afincado en Sevilla y ya reconocido por su anterior trabajo, Parque Vía, el filme fue posible gracias a su afortunado encuentro con Jesús Gallego, habitante de Pozoamargo y actor no profesional, que le ayudó a dar vida a este «retrato de la culpa».

«Yo tuve una educación cristiana bastante exagerada, donde la culpa tenía mucho peso. Tal vez era una paranoia que necesitaba contar, y este es el resultado», dijo. Sobre la estética de Pozoamargo, añadió que «he querido filmar casi un documental, porque realidad y ficción se van mezclando. Incluso cuando uno rueda ficción, se cuelan cosas de la realidad, y viceversa».

Una historia contada de manera primaria, descarnada, casi animal, donde los diálogos son poco menos que excepcionales. «El lugar donde rodamos es así, la vida allí es muy dura. Poner la cámara en aquella dirección me dio ese tono silencioso», agrega Rivero, que por primera vez en su filmografía se ha atrevido a escribir él mismo el guión. «A veces, cuando escribo, pienso en clichés, pero quería huir de ellos. Eso sí, es una película más de sensaciones que de diálogo». El director recordó también que conocía a Jesús Gallego desde la primera vez que pisó el pueblo, «pero tardé seis u ocho años en proponérselo. Le entregué un papel muy extremo, lo reconozco. No sé si a partir de ahora se dedicará al cine [Gallego se gana la vida como pintor de brocha gorda], pero lo seguro es que nadie se lo va a hacer pasar tan mal como yo», bromeó.

Finalmente, Natalia Molina comentó que a través de este proyecto ha llegado «a admirar mucho a Rivero, que es un hombre transparente, que cuando mira, mira», concluyó.