Un arranque a medio gas, y no sólo por la lluvia

El público no terminó de vibrar en una primera jornada de Interestelar Sevilla que tuvo a SFDK como mayor reclamo. Elefantes capeó la tormenta, que apenas duró media hora

19 may 2018 / 14:03 h - Actualizado: 19 may 2018 / 20:43 h.
"Música","Conciertos"
  • Shuarma, el cantante de Elefantes, en plena actuación arropado por una sólida banda y por momentos bajo la lluvia. / Reportaje gráfico: Manuel Gómez
    Shuarma, el cantante de Elefantes, en plena actuación arropado por una sólida banda y por momentos bajo la lluvia. / Reportaje gráfico: Manuel Gómez
  • El trío valenciano Dûrga, de lo más interesante del escenario J&B, entregado a uno de sus intensos y oscuros desarrollos instrumentales.
    El trío valenciano Dûrga, de lo más interesante del escenario J&B, entregado a uno de sus intensos y oscuros desarrollos instrumentales.
  • Un grupo de jóvenes brinda con cerveza por Interestelar Sevilla mientras una de ellas inmortaliza la imagen con su móvil.
    Un grupo de jóvenes brinda con cerveza por Interestelar Sevilla mientras una de ellas inmortaliza la imagen con su móvil.
  • El público aprovechó la nueva zona picnic, a la sombra.
    El público aprovechó la nueva zona picnic, a la sombra.
  • Algunos niños se lo pasaron en grande con los pufs.
    Algunos niños se lo pasaron en grande con los pufs.

La jornada inaugural de Interestelar Sevilla no terminó de cuajar, como por fortuna tampoco lo hizo la temida lluvia, que finalmente arreció apenas media hora durante la actuación de Elefantes. Sin embargo, la sensación general fue de arranque a medio gas, en gran medida porque los mayores reclamos del cartel (Lori Meyers y Dorian sobre todo) quedaban reservados para el sábado.

La climatología incluso fue benévola, nada que ver con el tórrido viernes de un año atrás en el que artistas (Viva Suecia, Delafé, Depedro, Neuman...) y público se asaron de lo lindo hasta la caída del sol. Esta vez el calor duró lo que la actuación de los locales Batracio, que añadieron más grados con su enérgico rock funkskático. Al ser nueve no se notó tanto lo grande que les venía el escenario Negrita.

Comenzaba a chispear y el gallego Josete Villanueva se encargaba de desprecintar el gemelo Cruzcampo con el personal rock apoyado en teclados de su Zoo para dos.

A las siete en punto llegaba la primera gran actuación del día y se notó. Aglomeración de público para asistir al show de los barceloneses Elefantes, que fueron desgranando éxitos (Cada vez, el primer single de su último disco, La primera luz del día, Que todo el mundo sepa que te quiero, Que yo no lo sabía) hasta que la lluvia apretó y obligó a parte del respetable a refugiarse bajo la inmensa carpa colocada por la organización y a otra parte a sacar paraguas. Shuarma y compañía siguieron a lo suyo, repartiendo amor y desamor en Duele, Azul, el Te quiero de Perales y Somos nubes blancas, premonitorio ya que cesó de llover, antes de despedirse con el célebre Black is black. El cuarteto catalán vistió de riguroso y luminoso blanco, en contraste con el negro del trío valenciano Dûrga, una de las sorpresas agradables de la jornada con sus escaladas de post metal en extensas composiciones de corte instrumental.

YA NO VOLVIÓ A LLOVER

Con el cielo amenazante pero ya sin precipitaciones fueron llegando las actuaciones más esperadas. Carlos Sadness se parapetó en varias macetas, acaso para disimular que repetía del año anterior. Como entonces, su pop tropical agitó a sus fans en temas como Amor Papaya, Miss Honolulu o Groenlandia, intercalados con los de su reciente álbum, Diferentes tipos de luz, caso de Te quiero un poco. También estrenaba disco, El habitante de la tarde roja, Juanito Makandé. El linense encandiló a los amantes de su fusión entre flamenco, funk y jazz, sobre todo en un tramo final en que encadenó La llave, Niña voladora y el Eres para mí de Julieta Venegas.

Por fin llegó el turno de Niños Mutantes, que arrancaron con Menú del día, Náufragos o Sin pensar para alcanzar el éxtasis con NM. Tras versionar el A galopar de Alberti, enfilaron la recta final con un público entregado a su receta pop-rock de guitarras afiladas, que cerró Hermana mía. Fue una de las actuaciones más solventes de la ya noche, si bien a los granadinos les arrebató audiencia la apisonadora sónica de los madrileños Sexy Zebras, que igual que en 2017 actuaban en el escenario menor. Gabriel Montes y Jose Luna volvieron a liarla parda con sus trallazos (El semental, El fugitivo, Hijo de puta) y su incontenible puesta en escena: pantalones rojos, torsos desnudos y brincos sobre los altavoces incitando a pogos en las primeras filas.

MELOSOS SIDECARS

De vuelta a los escenarios principales, los madrileños Sidecars empezaron dándolo todo con sus mejores bazas: La tormenta o Fan de ti. Luego se hicieron empalagosos.

Pasada ya la medianoche aparecieron SFDK, los triunfadores del viernes a juzgar por el número de fieles aglutinados y su entrega a la propuesta de Zatu y Acción Sánchez, que supieron conjugar sus temas clásicos y los de su flamante álbum, Redención. Los raperos sevillanos lograron la comunión con la parroquia en temas como Bajo el mismo sol o Sin miedo a vivir, con el que se despidieron rebasando la hora prevista.

Y eso que otro desajuste de programación les había hecho coincidir con Rufus T. Firefly, con gran acogida pese a actuar en el escenario pequeño (J&B). El rock psicodélico de Víctor Cabezuelo y compañía apenas se distinguía ante el caudal sonoro proveniente del escenario más cercano (Cruzcampo). Los de Aranjuez convencieron a muchos en su repaso de éxitos y temas de su último disco, Magnolia, como la notable Nebulosa Jade.

El cierre a la jornada lo puso Guille Milkyway y su proyecto La Casa Azul. Su electropop, efectivo y efectista a partes iguales, hizo bailar al personal con hits como Superguay, El momento más feliz, Colisión inminente o Podría ser peor. Los de Barcelona reservaron para el final, ya dando las tres de la madrugada y con parte del público en desbandada, La revolución sexual.