El Festival de Música Antigua de Sevilla alcanza su trigésimo tercera edición precedida por varios preludios, oficiales y extraoficiales. Entre los primeros la actuación de Ministriles Hispalensis durante los días previos en distintos mercados históricos de la ciudad; y entre los segundos la Muestra de Música Antigua de la Universidad, cuya tercera y última cita tuvo lugar el pasado jueves, justo un día antes de la inauguración del Festival de la mano del prestigioso grupo Accademia Bizantina. Sólo unos días antes nuestra Orquesta Barroca ya se hacía eco de la música de Bach.
El para muchos considerado testamento oficial del compositor, un conjunto matemáticamente estructurado en torno al estudio del contrapunto, a través de veintidós fugas escritas en la misma tonalidad y en torno a un único tema, ha sido la carta de presentación en nuestro preciado certamen del conjunto nacido en Ravenna hace más de treinta años. Discutida su vocación de obra didáctica o pieza de concierto, lo cierto es que ofrece un estudio pormenorizado, complejo y completo del ejercicio contrapuntístico sin un destinatario instrumental específico. Accademia Bizantina, y su director musical al frente, el organista y clavecinista Ottavio Dantone, han optado por ofrecer una visión abierta y ecléctica de la obra, combinando cuarteto de cuerdas con clave y órgano, en conjunto o por separado. Sólo metales y maderas quedaron fuera de la propuesta.
El resultado cumplió el desafío de atrapar la atención y el interés del oyente, ofreciéndole un variado abanico de posibilidades tímbricas y consiguiendo superar en un elevado porcentaje el grado de monotonía que implica atreverse con esta singular obra. La minuciosidad con la que cada uno de los solistas abordaron su participación en fugas simples, en stretto y en espejo, o en cánones a dos y fugas dobles y triples, logró una visión amplia y satisfactoria de la intrincada pieza. Especialmente brillantes resultaron Dantone al clave y un apasionado Stefano Demicheli al órgano, mientras a la cuerda colores y timbres se afanaron en una lectura precisa y contenida de la obra, casi en un tono místico o religioso tan adecuado para esta edición del FeMás que recuerda la Pasión en todas sus vertientes.