Un día de los Enamorados con Mayte Martín en Sevilla

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
03 feb 2017 / 09:52 h - Actualizado: 03 feb 2017 / 09:52 h.
"Flamenco","La Gazapera"
  • Un momento de un concierto de Mayte Martín en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. / El Correo
    Un momento de un concierto de Mayte Martín en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. / El Correo

Que la cantaora catalana vaya a venir a dar un concierto a Sevilla, al Lope de Vega, el día de los Enamorados, me recuerda que me enamoré de su cante hace ya tres décadas, cuando tras ganar la Lámpara Minera de La Unión (1987), momento en el que tuve la suerte de estar, con solo 22 años se convirtió en una de las nuevas voces con futuro. Treinta años se van a cumplir de aquella hazaña, porque entonces aún no le daban una Lámpara Minera a cualquiera.

En 1994 grabó Muy frágil, su primer disco, una delicia. Precisamente me tocó presentar esta obra en La Unión aquel mismo año. La artista me vio en el hotel y me pidió que lo hiciera. Tras escuchar esa maravilla, entendí que su voz –una lengua húmeda que nos acariciaba el espinazo, recorriéndolo de arriba abajo sin descomponer el ritmo ni la melodía–, sería fundamental para el cante de buen gusto.

Cuando comenzó a sonar con fuerza y a recorrer España, por Sevilla había quienes decían que aquí había muchas cantaoras mejores que ella, pero lo cierto es que no. Y si las había, ¿dónde están? No es que no haya buenas cantaoras. Pero Mayte es un poco la cantaora de Sevilla, gusta mucho en nuestra ciudad y es siempre esperada por un buen número aficionados. Y ella adora la tierra donde nació su idolatrada Niña de los Peines, cantaora a la que nunca ha imitado, sino homenajeado.

Me recuerda esta artista a los y las más grandes del cante, sobre todo a quienes cuidaron mucho todo lo que grabaron. Chacón no grabó jamás una letra chabacana, de mal gusto o sin calidad poética. No sabemos hasta qué punto le dedicaban tiempo a la producción de aquellos discos de pizarra o si los grababan en un rato, pero las letras las cuidaban bastante. Tanto él como Manuel Torres, Manuel Escacena o Tomás Pavón. Mayte también cuida todo lo que graba, sea flamenco u otros géneros, como el bolero.

Viene a Sevilla con Tiempo rubato, una obra en la que empezó a trabajar hace dos décadas y que estrenó en octubre del pasado año en el Grec de Barcelona. Canciones de amor, compuestas por ella misma y con arreglos de Joan Albert Amargós. O sea, que quienes crean que va a dolerse por seguiriyas o farrucas, que no vayan al teatro, porque viene con baladas y canciones de amor. También es verdad que no viene a la Bienal, donde si llega y se sale del carril flamenco la corremos a gorrazos, como cuando vino con las canciones de Manuel Alcántara.

Mayte Martín tuvo claro desde el principio de su carrera que seguiría siempre el camino del corazón. No se ha dejado manejar jamás por los críticos y cuando tiene que mojarse lo hace sin miedo alguno. Si no le gusta ni le interesa para nada el Niño de Elche, lo dice, y punto. «Si quiere denunciar a la sociedad, que escriba un libro», dijo el pasado año, precisamente con motivo de la presentación de Tiempo rubato en Barcelona. Tampoco le gusta Omega, aunque adore a Morente. Sin embargo, le gusta La leyenda del tiempo, de Camarón. O sea, que no es la clásica flamenca o folclórica que se mueve entre la ojana y la falsa adulación, sino una artista independiente y sincera a la que le gusta la música desnuda y sin etiquetas. Y las mujeres, sin pintar.

Ya lo saben, el día 14, Día de los Enamorados, presenta Tiempo rubato en el Lope de Vega de Sevilla. Un buen momento para sentir en la espalda esa lengua húmeda que enamora: una voz única.