Antes que a los judíos y miembros de otras etnias, Hitler se propuso eliminar a todos los discapacitados alemanes, tanto físicos como mentales, a los que llamaba “cascaras vacías” porque, según él, eran totalmente improductivos y costaban mucho dinero al Estado. Para ello creó el programa de eutanasía denominado Aktion T-4. Esta esta cooproducción de Lazona y el Centro Dramático Nacional, con la que el Festival Danza Mobiel cierra su decimosegunda edición, supone un emotivo y descarnado homenaje a todas las personas discapacitadas asesinadas tras la puesta en marcha de ese programa.
La historia transcurre en el Castillo de Hartheim donde asesinaron a miles de personas discapacitadas. Los personajes, tres chicas y tres chicos, van apareciendo en escena empujados contra su voluntad. El espacio escénico reviste la forma de una gran sala blanca que evoca las cámaras de gas nazis. No tardamos en percibir que los personajes presentan una determinada discapacidad: sordomudez, ceguera, síndrome de Down, oligofrenia y locura, además de homosexualidad, que al parecer para los nazis era también una enfermedad incurable de la que había que librarse. Para darles vida Magda Labarga y Laila Ripoll no han dudado en contar con actrices y actores que son discapacitados en la vida real, aunque una vez comenzada la función eso es algo que pasa a un segundo plano. Y es que, según las directoras, se trataba de potenciar las capacidades de cada uno, en vez de sus limitaciones. Claro para ello han contado con un reparto excepcional. Seis intérpretes desbordantes de talento y maestría capaces de imprimir a sus personajes una fuerte carga de emoción y humanidad.
La dramaturgia impone una estructura fragmentaria, una suerte de puzle en el que van encajando las historias de cada de uno de los personajes, que en un momento dado rompen la cuarta pared y entablan una radical cercanía con los espectadores, hasta convertirlos en partícipes y testigos de su tragedia. En ese sentido llama la atención que, a pesar de su impronta trágica, el relato, cuya puesta en escena se decanta por el género del cabaret, logra envolvernos en una atmósfera de lirismo y ternura que en muchos momentos nos retrotrae al universo de la fantasía infantil, gracias a la brillante y divertida composición musical de Sonia Megías, la magistral iluminación de Juanjo Llorens y los imaginativos y expresivos dibujos de Raúl Aguirre, el actor que encarna el papel de Paul en la obra.
Obra: Cáscaras Vacías
Lugar: Festival Danza Mobile/Teatro Alameda, 29 de abril
Compañía: Lazona/Centro Dramático Nacional
Texto y dirección: Magda Labarga y Laila Ripoll
Interpretación: Natalia Abascal, Raúl Aguirre, David Blanco, Patty Bonet, Ángela Ibáñez y Jesús Vidal.
Calificación: ****